Los fusileros del Frente Patriótico Manuel Rodríguez han tomado sus posiciones para ejecutar la emboscada en contra la comitiva del dictador Augusto Pinochet el 7 de septiembre de 1986. |
¿La tarea de los fusileros? “Ajusticiar al tirano en Chile”
POR DICK EMANUELSSON
¡“Esto va en serio, esto va en serio”!
Entrevista exclusiva con el fusilero más joven del comando del
Frente Patriótico Manuel Rodriguez (FPMR), “el combatiente Rodrigo” que
participó en la emboscada al dictador Pinochet el 7 de septiembre de 1986
“Nos formamos a la voz de mando del comandante “Ramiro” que nos comunica
cuál es la Operación. Nos dice que hemos sido convocados por la dirección del
Frente Patriótico para ajusticiar al tirano”.
VALDIVIA / 2024-02-16 / Hace casi 38 años, el 7 de septiembre de 1986 un comando del Frente Patriótico Manuel Rodríguez, brazo armado en esa época del Partido Comunista de Chile realizó una emboscada contra el dictador general Augusto Pinochet Ugarte. La acción sacudió no solamente al mismo tirano, sino a todo el Chile y el Departamento de Estado que en esa época era dirigido por el presidente Richard Nixon y su mano derecha, Henry Kissinger.
Cuatro meses después de la emboscada llegué a Chile. En las poblaciones
(urbanizaciones, colonias) en Santiago o en otras ciudades en Chile, la gente
estaba muy entusiasmada por la acción, aunque falló con la meta principal;
acabar con el dictador, fiel representante del sector que describiera Víctor
Jara en su hermosa canción “Vientos del pueblo”;
“De nuevo quieren manchar, mi tierra con sangre obrera, los que hablan
de libertad, y tienen las manos negras”.
Víctor Jara fue uno de esas 3106 víctimas del dictador y su junta militar,
respaldada por la alta burguesía chilena y la Embajada Estadounidense en
Santiago, fusilado el 16 de septiembre en el Estadio de Santiago.
DURANTE DIEZ AÑOS 1973-1983
reinaba una calma de sepulcro en Chile, pero a partir del mes de marzo de 1983,
comenzaron las protestas nacionales y mensuales en Chile. Por cada protesta
creció la fuerza y la determinación de avanzar para al final derrocar la
dictadura.
Ese factor “subjetivo”, que mencionó Che Guevara había madurado a tal grado
que el Partido Comunista declaró la “Rebelión Popular” y “Con la Razón y la
Fuerza” se lograría tumbar al tirano. Pero una dictadura no cae por sí sola,
habría que tener una herramienta que fue el Frente Patriótico Manuel Rodríguez,
(FPMR). Uno de esos jóvenes que fue seleccionado por la dirección del Frente
fue “Rodrigo”, que en la emboscada el 7 de septiembre de 1986 fue el más joven
de los 21 combatientes que participaron en la acción heroica.
Y con él hablamos a mediados del mes de febrero del año en curso.
La selección de los combatientes
Cuéntenos,
“Rodrigo” ¿cómo fue la selección de los integrantes del FPMR para ejecutar la
acción bautizada como “Operación Siglo XX". Tú en esa época solamente
tenías 18 años”. ¿Había también dos mujeres?
– Fuimos veintiunos
combatientes y una compañera, la compañera “Fabiola”, que formaba parte del
equipo este de combatientes que participaban directamente en la acción. La
compañera “Tamara” en un principio también iba a participar de la Operación,
pero Tamara se estimó, por la dirección nacional en esa época, de que la
compañera había mucho riesgo de no salir con vida en esa operación. Por tanto,
la compañera era necesario salvar y guardarla para operaciones posteriores. Se
decide finalmente que ya no participe directamente en la operación. Pero fue
parte importantísima del aseguramiento logístico de esa operación. A la
pregunta tuya la respuesta es que solamente había una compañera que participaba
directamente en la operación que era la compañera “Fabiola”.
·
¿Cuántos años tenía Fabiola?
– Fabiola debe haber tenido en esa época 25 años, más o menos. Era una combatiente con harta experiencia. Dentro de la estructura del Frente era una de las compañeras que prácticamente era una de las fundadoras del Frente Patriótico.
·
¿Y la selección de los veintiún?
– La verdad es que
en ese tiempo nosotros no teníamos idea por este tema del compartimiento de cómo
fue la selección. Pero lo que sí después hemos ido sabiendo que aquí en aquí se
le encarga la selección de los combatientes es a “Ramiro”, el compañero
Mauricio Hernández Norambuena, que hoy día está detenido en una cárcel de alta
seguridad en Rancagua. Ramiro era el jefe del destacamento del Frente
Patriótico que es que se le encarga de la selección de los combatientes.
– Todos los
combatientes que participamos de esa operación éramos parte del destacamento
del del Frente Patriótico.
·
¿Venían muchos de la Juventud Comunistas (JJCC)?
– Yo diría que el
100 por ciento de los compañeros, o el 90 por ciento de los compañeros que
participan directamente en esa operación venían de la Juventud Comunista. Solo
un compañero que había sido reclutado por otro compañero que también venía a la
`Jota´ (JJCC). Pues había sido reclutado del liceo y él no tenía, digamos esa
militancia. Pero, como te digo, el casi el 100 por ciento éramos de la `Jota´.
La preparación militar
·
Yo hice el servicio militar en la infantería en Suecia
hace muchos años y sé que no es tan fácil ser introducido en el arte de las
armas. Cuando uno lee el libro “Operación Siglo XX” o el libro “Los
Fusileros” y toma parte de los diferentes testimonios de los combatientes uno
se impacta por los hechos que no tenían ninguna formación militar. Y eso
es un poco extraño. Además, poseían 38 fusiles de guerra y tenían lanzacohetes.
¿Cómo era posible hacer semejante operación que, aunque perdió el objetivo
principal, el resultado fue muy exitoso? Tenía un chofer Pinochet que era muy
audaz y que logró hacer una vuelta como en una película de Hollywood para
regresar y así salvar al tirano. Pero ¿cómo era posible en una semana aprender
el arte de las armas?
– Primero que
nada, la mayoría de los hermanos que participaron de esa operación sí teníamos
alguna experiencia de combatir. Cada uno venía de la Jota y participó de la Unidad
de Combate de la Jota que era más bien unidades milicianas que tenían
experiencias en operaciones de sabotaje menor, sabotaje mayor, etcétera y
habíamos utilizado armamento. Yo, en lo particular, no había nunca tirado con
fusiles de guerra. Sí, habíamos utilizado armas de puño. Pero es como tu señala;
la mayoría de los hermanos no teníamos experiencia militar previa. El jefe de
la operación era un oficial profesional; el “Comandante Ernesto”, José Joaquín
Valenzuela Levi.
“Comandante Ernesto”, José Joaquín Valenzuela Levi. |
·
¿Era egresado de Bulgaria?
– Si, de Bulgaria,
justamente. También y dentro de ese grupo de combatientes había compañeros que
habían tenido alguna preparación militar en Cuba. Cursos de combatiente. Eran
cursos que duraban un año, más o menos y después regresaban al interior. De los
21 compañeros que tuvimos ahí, diez tenían sí experiencia en estos cursos de
combatiente en Cuba. Había otro compañero, “Jorge” que fue el jefe del grupo de
contención y el que detiene la caravana de la comitiva de Pinochet. El
compañero Jorge sí tenía un curso de mayor preparación sin ser oficial y una
mayor experiencia también de combate ya que estuvo peleando en Nicaragua en la
lucha contra “La Contra”, en los batallones de Lucha Irregular. Estuvo allá por
el año 84´. Pero la mayoría de nosotros no, no teníamos una mayor experiencia.
El libro, “Los fusileros”
– Hay un libro,
“Los fusileros” (autor: Juan Cristóbal Peña), y relata cuando se produce la
caída (detención) de los primeros cinco compañeros que cayeron y les
preguntaron que si alguna vez habían tirado (disparado) y él (miliciano) decía
que no, que la única vez que había tirado con un arma larga había sido en
juegos de la feria, con un fusil de postón. Los detectives no podían creer eso.
O sea, que hubiese sido capaz de hacer una operación de esa envergadura sin tener
la experiencia.
Rodrigo en el medio arriba, el más pequeño de los 21 combatientes |
·
Hay una cita de Víctor Díaz en el libro “Los Fusileros”
que es muy interesante y que quiero afirmar aquí y dice: “Nosotros somos
combatientes del pueblo. Ellos son profesionales de la guerra”. Es
interesante la parte de guerra de la acción de la emboscada; cinco muertos y 25
heridos de ellos, tenían ocho vehículos, dos motoristas de moto, y tenía por
supuesto dos carros blindados que eran los dos Mercedes-Benz. ¿Para qué dos?
Para no saber en qué carro andaba el tirano. Me parece que esa parece pregunta,
¿de dónde sale la formación militar capacidad suya si algunos venían, como tú,
sin haber tirado más que en la feria con el fusilito. Porque muchísimos de
ellos también se tiraron por el barranco cuarenta metros abajo y preferían
quedar allá que está bajo el fuego de los milicianos del Frente Patriótico.
– Te voy a te voy
a contar un poco gráfica que dice Víctor Díaz; cuando a mí me plantearon
participar de esta operación, primero que nada, había una total
compartimentación. Nosotros no teníamos una idea de qué tipo de operación era.
No sabíamos nada de la operación. Yo me recuerdo que el jefe de mi unidad, pues
nos dividimos en unidad, yo era parte de una unidad y el jefe de mi unidad me dice
un día cualquiera, íbamos en el metro y así; “chico cómo está para morirte”. Yo
le digo; “bien, bien”. Era un tema de convicción. Uno tenía la convicción de que,
primero que nada, por ejemplo, caer preso era un accidente de abajo y también.
Existía la posibilidad cierta de morir en una operación. Por tanto, más que la
experiencia estaba la convicción de que nuestra lucha era una lucha necesaria.
Ellos eran los soldados profesionales de la guerra, la tropa elite, muy
seleccionada. Pero a nosotros nos existía un tema que ellos no tenían; la
convicción de que nuestra lucha era justa. Yo creo que ese es el fundamento de
la pregunta que tú me haces.
Tamara. . . |
·
Si, además, cuando ya estaban en la casa que
arrendaron, los comandantes Tamara y Ernesto ahí les plantearon la cosa, si
estaban dispuestos de morir por la causa, y ninguno tomó un solo paso atrás.
Todos se quedaron. Y cuando ya contaron que efectivamente iban a aniquilar al
tirano, todo el mundo se quedó muy contento por hacer justamente esa misión
histórica.
– Me dicen; “chico
¿cómo estás para morir”? Yo digo que estoy bien y unos días más tarde me
convocan. Nosotros como combatientes teníamos la rutina de todas las semanas
juntarnos y hacer preparación física. Nos preparamos mucho, y físicamente
estábamos muy bien preparados para garantizar el éxito de las misiones que
cumplimos. Entonces me convocaron a esa preparación y nos juntamos en el
parqueo O´Higgins y ahí hacíamos gimnasia. Me convocaron un día de semana, que
era inusual porque normalmente nosotros nos juntábamos el fin de semana para
hacer educación física como unidad. Esa vez me convocaron un día martes, si mal
no recuerdo tiene que haber sido el 6 de agosto. Yo llegué a entrar a los
camarines. Llegó el jefe, y otro combatiente más. Cambiamos ropa para salir a
trotar. De nuevo la misma pregunta; “cómo estáis (expresión chilena por estás)
para morirte. “Bien, ya te dije que estoy bien”.
– Cuando salimos
de los camarines y caminamos me dice que “hay una operación en la que tenemos
un (1) por ciento de probabilidad de salir con vida y tú fuiste seleccionado”.
El Negro me explicó también, Alejandro se llama y me dijo que íbamos a empezar
la preparación física de ahí y adelante, porque el estar bien en condiciones
física garantiza que ese 1 por ciento de posibilidades lo puede elevar al 5.
– Estuvimos
nosotros durante ese ese día, que debería haber sido el 5 de agosto hasta el 29
de agosto, juntándonos todos los días a hacer preparación física. “Ramiro”,
Mauricio Hernández era el profesor de física. Nos hacía salto de canguros y
eso. . .
Suspendido la emboscada
– Habíamos pasado
algunos cursitos menores aquí al interior en alguna escuela de formación
militar. Ya estábamos familiarizados con el [fusil] M16. Yo lo conocía, pero
nunca habíamos tirado, no que tiramos, lo conocíamos. Sabíamos armar y
desarmar. Me acuerdo que en esta preparación, un fin de semana nos fuimos para
el monte a ver si podíamos tirar con Law (lanza cohete
estadounidense). Resulta que nos fuimos y cómo los medios técnicos eran escasos
nos fuimos en un furgoncito que se nos echó a perder ahí arriba en el monte. El
jefe tomó la determinación de no hacer la preparación. Porque la idea era
meterme en el monte y poder practicar. Llevamos un M79 también para tirar y no
pudimos hacerlo porque nos quedamos en pana. Bajamos (hacia Santiago) y yo
recuerdo las `puteadas´ que echaba Ramiro porque no nos habíamos metido en el
monte en cualquier lado.
– La verdad es que
habíamos familiarizado con los medios que utilizamos, pero nunca lo habíamos
tirado. No es lo mismo saber armarlo y desarmarlo como a tirar, pues, ya sentir
el retroceso.
·
Cuenta ahora sobre la acción como, tal porque fue
incluso suspendido una semana porque murió el expresidente Alejandro
Alessandri. . .
– El 29 de agosto
nos convocan. Y en ese tiempo las comunicaciones eran como; “tienes que estar
en tal esquina, a tal hora, caminando de tal lado hasta tal lado y ahí te van a
recoger”. Teníamos que llevar algo a una muda de ropa. Llegué a ese punto, nos
recogieron y nos llevaron a una casa de seguridad. Fueron llegando otros
(compañeros) a esa casa de seguridad que estaba allá en Santiago. Estuvimos dos
noches y dos días ahí en esa casa. No tenía idea de lo que iba a hacer, cuál
era lo que hacíamos, no teníamos idea. Entonces ya aprovechamos de hacer un
poco de tiro nocturno con un palo de escoba con un palo al que le pusimos un
clavo en la punta para que simulara el punto de mira y un cigarro encendido
allá para para hacer tiro nocturno. Hicimos eso, un poco para matar el tiempo
de ese acuartelamiento. En la noche a las 12 de la noche aparece la compañera
Tamara junto con Cesar Bunster. Nos vienen a buscar y nos suben a un
Jeep.
Enjuagar la boca con pisco
Es muy simpático
eso porque nunca supimos donde estábamos, o porque la norma en ese tiempo era
que tú, mientras menos conocieras era mejor, más seguro. Todos bajamos a esa
casa con la cabeza gacha, sin saber dónde estábamos. Subimos a un Jeep grande,
un Toyota de color azul. Tenía tres filas de asientos. César era chofer, Tamara
(la Flaca) su copiloto y los demás atrás. Éramos seis, siete . . . De pronto
salimos, sólo similar y como con la cabeza gacha y la Flaca se le da vuelta y
nos pasó una botella de pisco y nos dijo que era para que nos enjugáramos la
boca, porque si nos paraba algún control de carabineros, que sí tuviéramos olor
a trago y trago y la chapa y la leyenda era que veníamos de una fiesta. De ahí
enfilamos hacia la cordillera, hacia el oriente por la Comuna de Puente Alto.
Después entramos a una localidad que se llama San Juan de Pirque. Llegamos al
piloto de la obra, cruzando un puente que hay sobre un río. Cuando íbamos
cruzando el puente la Flaca Tamara dijo; ¡“pongan atención, porque estamos en
zona operativa”! Nosotros empezamos a mirar y vimos la carretera que es la Ruta
25. Empezamos a mirar y todos empezamos a especular. Así vamos en el jeep,
hablando, mirando el terreno, hay un precipicio de cuarenta metros para abajo.
– Yo me crié en la
zona del Cajón del Maipu, de hecho, nací ahí. Mi viejo trabajó hasta el golpe
de estado ahí. Yo sabía de qué, en los meses de verano, un regimiento, que en
ese entonces estaba el regimiento en el Puente Alto, subía un
contingente de conscriptos hacia las termas de colina que está como a 10
kilómetros del límite con la Argentina. Ellos iban ahí, me imagino que hacer
maniobra en la época. Yo dije vamos a emboscar un convoy de milicos, por ese
conocimiento que tenía yo.
·
¿No tenían conocimiento en esa época que en el
Melocotón estaba la casa de verano del Dictador?
– ¡Si! sabíamos,
pero nunca lo asociamos.
La junta militar el 9 de septiembre de 1983, celebrando los diez años de dictadura en Chile. FOTO: DICK EMANUELSSON. |
·
¿Era como intocable también para ustedes?
– ¡Claro, absolutamente! Después llegamos a la casa de acuartelamiento, una casa muy linda, una casa de gente adinerada, tenía cancha de tenis y piscina. No sé cuántas habitaciones . . . Cuando entramos ya había compañeros ahí en esa casa y la verdad es que, y yo te voy a hablar desde mi experiencia; yo me acuerdo que entramos a una a una habitación, unos compañeros que yo no conocía y otros que se conocían. En la pared de ese dormitorio estaban fusiles M16 y tarros de conserva de durazno que eran granadas de mano. . .
·
¿Explosivos?
– Claro. Mi
impresión cuando yo entré ahí a esa habitación, dije; ¡“esto va en serio, esto
va en serio”!
– Nos saludábamos
con los hermanos que estaban ahí y a los minutos después de eso llegaron los
jefes de cada una de las unidades en que se había dividido todo este
contingente de combatientes. En el caso mío llega Ramiro y dice; “Rodrigo, tú
te vienes conmigo, Marcus vienes conmigo, Pedro vienes conmigo, Fabian vienes
conmigo”. Nos lleva a una de las habitaciones. Había un pasillo largo con las
habitaciones. Después salió Ramiro y volvió con cinco M16 y tres cohetes Law y
las granadas de esas latas de conserva de duraznos. Era muy simpático porque
aún no les sacaba la etiqueta y eran de color amarillo. Entonces nos entregan
un M16 con tres cargadores o cuatro cargadores, no me recuerda. Ahí nos
quedamos en esa habitación que tenía una sola cama. Vuelve Ramiro y nos hace
formar.
Enfrentar a la fuerza de élite
– Nosotros siempre
empezamos todas nuestras reuniones cuando nos reunimos, siempre somos muy marciales,
una organización militar. Entonces nos formamos a la voz de mando de Ramiro,
nos comunica cuál es la Operación, lo que se llama en el trabajo militar “el
esclarecimiento de la misión”. Ahí nos dice que nuestra misión es que nosotros
hemos sido convocados por la dirección del Frente Patriótico para ajusticiar al
tirano y tengo decir que yo me cagué de susto. Porque el tirano que quien es
que estudiaban al tirano era el mejor del Ejército de Chile.
– Íbamos a
enfrentar a la fuerza de élite, con la fuerza profesional, la élite del
Ejército de Chile y, por lo tanto, esas posibilidades de perder la vida eran
bastante ciertas. Nos esclareció cual era la misión y luego nos fue señalando
cuál era nuestra misión particular. Mi misión particular era proteger con fuego
de fusilería a los a dos hermanos; a Ramiro y a otro hermano que tenía yo en mi
costado izquierdo, y vamos a estar en cuidado en la ladera del cerro y yo tenía
que proteger a ellos frente a la posible reacción del enemigo para que ellos
pudieran apuntar sus lanzacohetes y eliminar finalmente los (dos) Mercedes del
tirano. Esa era mi misión particular.
– Después de esa noche es como se relajó un poco el ambiente. Nos sirvieron comida, pero yo no comí nada.
·
Se dice que nadie tenía mucha hambre. . .
– Yo no comí nada,
porque no . . .
·
La comandante Tamara dijo que ¡“tienen que comer mucho
ahora para tener mucha fuerza en el combate”!
– Sí claro. Y nos
hicieron una comida rica, comida muy rica, pollo asado con ensalada rusa, pero
no había muchas ganas de comer. Porque sentía como que éramos como los pollos o
animales rumbo al matadero. Fue la primera noche. Los que pudieron dormir, durmieron,
los que no pudimos dormir, dormimos muy poco . . .
Dividos en cuatro unidades
– Al otro día
empezamos a ensayar la Operación. El equipo se dividió cuatro unidades;
1) La unidad de
Contención, que era la unidad que le cerraba el paso a la comitiva (de
Pinochet).
2) Dos grupos
de ASALTO, el grupo de asalto Número Uno,
3) Número Dos,
yo era parte del grupo de asalto número dos y
4) Una Unidad
de Retaguardia, que era la que le cerraba el paso a la comitiva, una que lo
detenía y la otra que le cerraba el paso.
– Yo era parte del
grupo de asalto número dos. Entonces cada una de estas unidades estábamos en
distintas habitaciones de esta casa, de esta casa de aguardenamiento. Cada uno
también representaba su misión porque cada una de estas unidades tenía una
misión distinta cuando se desarrollara la operación.
– Para entender un
poco mejor; con los cargadores de los fusiles, poniéndolos encima de la cama en
la habitación, cómo iba a estar conformada la comitiva (de Pinochet).
Normalmente venía una pareja de motoristas y cuando el tiempo estaba malo y
cuando llovía, venía un furgón. Después detrás venía el primer auto de la
escolta. Después venía un segundo auto. Después venía un Mercedes, después
venía otro Mercedes y atrás venía otro auto y un furgón y un auto con un
comando.
– Nosotros, por la
composición de la comitiva, nosotros como grupo de asalto número dos, a
nosotros nos correspondían por lo menos uno de los Mercedes y el vehículo del
comando que venía atrás. Enseñamos durante todo ese día cómo iba a quedar más o
menos viendo los autos.
– Yo recuerdo, que
debe haber sido como las cinco de la tarde de ese día, y esto te lo voy a
enseñar, porque fue un tema muy importante para nosotros, para cada uno de
nosotros fue un tema muy importante.
4 de septiembre de 1983, pobladores en Valparaíso
y Viña del Mar da su homenaje de la entonces tumba de Salvador Allende. FOTO: DICK EMANUELSSON. |
Últimas palabras de Allende
– A las cinco de
la tarde, estábamos nosotros ahí en la habitación y de pronto abre la puerta y
la Támara nos dice; ¡“nos vamos”! Como que ¡YA! Nosotros cogimos los fusiles,
cada uno y salimos. Y de pronto la Flaca dice que era simplemente un ensayo.
Pero teníamos que salir hacia, era como una sala, era una casa muy grande. Y
nos formamos todos, todas las unidades se formaron, y yo recuerdo que pusieron
de fondo la música de las últimas palabras de Salvador
Allende en un casete musicalizado por un grupo y las palabras: “Tengo fe en
Chile en su futuro, superará. . .”. De pronto el comandante Ernesto dio un
discurso y nos dijo, que nosotros estamos en ese minuto histórico, era como ese
minuto histórico de Salvador Allende, defendiéndolo en alguna manera y fue una
inyección de mística que yo, de pronto, tenía un nudo de la garganta y me di
vuelta y miré a los demás compañeros y yo creo que estaban todos en ese mismo
espíritu, por esa misma sensación. Luego de eso dijo un montón de cosas que en
este minuto no recuerdo, ya pasaron 30 años. Pero ese momento fue como una
inyección de mística de entender de que, si bien había muchas posibilidades de
caer en ese combate, bien valía la pena que eso sucediera, porque era un poco
el principio del fin de la dictadura. Nosotros íbamos a cooperar con un granito
de arena para que eso así sucediera. Después de esto, ya como que todo fue más
relajado en ese acuartelamiento.
– Desde que
llegamos hicimos guardias. Era una casa de acuartelamiento, puede suceder
cualquier cosa. Entonces tenemos que prestar guardia. Nos dividimos las
guardias. Al otro día los compañeros de la última guardia, o de una de las
guardias de las tres de la mañana, comentaron que, desde el lugar donde estaban
ellos en su guardia, se veía la ruta y ellos vieron pasar balizas, una serie de
balizas. Y esa fue la novedad de esa guardia, de que habían pasado una comitiva
rumbo a, desde Cajón del Maipo hacia Santiago. A las 6 de la tarde del día
domingo, esto debe haber sido como el domingo 30 de agosto, porque ese día era
el día de la Operación, el 30 de agosto. Ese día sentíamos que no pasaba nada,
porque estábamos todos en lo que se denomina alerta combativa completa. Pero no
pasaba nada. Nos dimos cuenta que hubo una serie de reuniones entre los jefes
que después nos comentan, que efectivamente el tirano no estaba en Melocotón.
El día anterior, el día sábado había fallecido el ex presidente Jorge
Alessandri Rodríguez. El tirano había bajado (a Santiago) para asistir a los
funerales. La Operación se suspendió por una semana.
Evitar filtración del Plan
– El tema está en
que había que mantener la unidad del grupo y había que también asegurar, y yo
entendí después un tiempo que había que también asegurar que esta operación no
se filtra. Ya todos nosotros sabíamos cuál era la Operación y, por tanto, había
que asegurar que tampoco se filtraría.
– Por tanto,
debíamos permanecer juntos. Por ahí al Negro, que era mi jefe de mi unidad, que
yo te comentaba hace un rato que él se quedó en Suecia, el Negro había sido
seminarista. Él sabía los rituales del seminario. A él se le ocurrió en esta
reunión de jefe para ver cómo que hacemos para mantener. Porque en esta casa no
nos podíamos quedar, porque en esa casa, que había sido arrendada, pero traía
incluido un cuidador. No podíamos despertar sospechas, porque mucha gente ahí
iba a generar sospechas.
– Al negro se lo
ocurrió “hagamos como que somos un grupo de seminaristas, que estamos en un
retiro espiritual”.
·
¿La gente se reía?
César Bunster, jefe logístico. |
Doce lanzacohetes
– Le pasamos
muchas veces la misión (el ensayo). En algún momento decíamos que éramos los
malos porque no le íbamos a dar ninguna chance. Nosotros pensábamos que ninguno
de los cohetes iba a fallar, como fallaron. Había un cohete para cada auto, en
total doce lanzacohetes. Por eso decíamos que éramos los malos, porque no le
íbamos a dar ninguna chance de nada.
– Como decía, esa
semana fue un juego de relajo y también de diversión. Porque yo era el más
joven, yo era súper alegre. Yo andaba siempre con el chiste a flor del labio y
todo el cuento. Además `garabatero´, entonces no se encajaba con ser
seminarista, un aspirante de cura. . .
– Uno de los
combatientes, que después estuvo preso y murió en un accidente de tránsito en
Bélgica, Daniel se llamaba esa persona, era músico, tocaba su guitarra y a mí
me gusta la música y me gusta particularmente Patricio Manns (compositor del
himno del FPMR). Entonces Ramiro lo retaba mucho, porque decía que “un
seminarista no podía estar cantando a Patricio Manns”.
– Fue una semana,
estuvimos ahí desde el lunes 1 de septiembre hasta el 4 septiembre, viendo el 4
septiembre, que precisamente sería el día de Protesta Nacional. Y bajamos y
recuerdo que nos llevó, no había un `micro´ (bus). El hijo del dueño de la
hostería nos llevó en una camioneta. Íbamos todos apretados, y de pronto Ramiro
dijo; ¿“quieren caminar”? SÍ, dijimos todo. Y nos dejó en un lugar que se llama
La Vertiente, que estaba muy cerca la casa de acuartelamiento, que estaba muy
cerca de donde fue el lugar de la Operación, que se llama la cuesta «Las
Achupallas». Me acuerdo de haber visto la cara del hijo del dueño de la
hostería, como; “¡aquí, está loco, caminar de aquí hasta Santiago!”
– Nos bajamos y empezamos
a caminar por la berma, y ahí nos pasaron recogiendo los compañeros y nos
metíamos a los autos. Ahí estuvimos ese día viernes, 4 de septiembre, toda la
noche, el día, no, 5 septiembre. El día sábado nos informaron de que la flaca
Tamara no iba a participar de la operación. En el lugar de ella llegó un
compañero que se llama Julio Guerra Olivares, que fue muerto en la matanza de “la
Operación Albania” o “matanza de Corpus Christi”, en la Villa Olímpica. Él
llegó a suplir el lugar de Tamara en el grupo Asalto Número 1. Él tenía mucha
experiencia sin ser oficial. Había tenido un curso de combatiente y era uno de
los primeros combatientes del Frente Patriótico y había sido parte del “Frente
0”, que fue el antecesor del Frente Patriótico. Julio Guerra era de Valparaíso.
Yo me acuerdo que él nos hacía ponernos, los colchones de la cama, sacarnos de
encima y salir, porque él decía que ese era el tiempo que se iban a demorar las
escoltas, en abrir la de la puerta del auto.
“SIGLO XX” en camino. . .
– Todo ese día
sábado, y el día domingo también, las de espera y como a las 6 de la tarde, no
me acuerdo bien, . . . el teléfono,
·
Eran las 18:21 horas, la comitiva de Pinochet salió de
la mansión suya.
– De hecho,
nosotros teníamos todo. La guardia ya salió. A mí me tocaba llevar una bolsa
con granadas cuando sonó el teléfono. Nosotros nos levantamos como un resorte.
La Flaca, nos abrió la puerta y nos dijo, ¡“VAMOS”! Y salimos de la casa, y yo
recuerdo que también estaban de fondo las últimas palabras de Salvador Allende.
Salimos al auto. Éramos el chofer, su compañero, tres compañeros y yo iba en
las rodillas de Ramiro, y me acuerdo que ahí. En ese minuto, yo creo que la
adrenalina, la tensión, pero tenía la boca seca, muy seca. Ramiro me dijo, yo era
el más pequeño y el más joven, era como me protegía, y Ramiro dice; ¿“cómo
estás chico”? Yo digo “yo bien”. ¿“quieres chicle”? Y me dio una caja con
chicles. Me los comía así, toda la boca, porque tenía la boca seca. La Flaca
despidiendo, llorando, y salimos.
– Llegamos a un
lugar, a un terraplén, para subir. En ese lugar donde nosotros nos instalamos,
antiguamente corría una línea ferri, y mirador.
·
¿Está el mirador ahí?
– Sí, pero
nosotros estábamos en la ladera del cerro, y en ese lugar corría antiguamente
una línea de ferrocarril, es ahí donde nosotros nos instalamos. Yo me acuerdo
caminando con un bolso con granadas. Adelante va Marco con un bolso gigante, yo
no sé cómo la gente no se da cuenta de lo que llevaba, porque era un día
domingo, y ya estaba claro. Además, ya había gente, yo recuerdo haber visto en
el mirador gente un par de autos.
·
En el libro de “Los Fusileros” relata que hay una
mujer como testigo, después, en las diferentes investigaciones, que decía que
había visto esos bolsos largos. Se dio cuenta ella que efectivamente eran
fusiles y lanzacohetes y todo, y la sangre se congeló en mí, decía en ese
testimonio. Y claro, era obvio las armas, pero ya no podían ocultarse.
– Yo recuerdo ir
caminando y para subir a ese terraplén, hay una zanja, como esa (e indica más
allá donde estamos sentados en el parque botánico de Valdivia). E imagínate
como lo mismo que ese puentecito que hay ahí, para cruzar esa zanja, y ahí
estaba el pastor de un templo evangélico y estaba esperando a sus feligreses,
porque era domingo. Y yo recuerdo que pensé; ¡“no sabes lo que se les viene”!
Cada uno en su puesto de combate
– La semana
anterior, la noche del sábado anterior, nosotros habíamos ido en la noche para
conocer el terreno. Entonces ya sabíamos cuál era nuestra ubicación. Así que
llegamos y me acuerdo que Marco, que llevaba los fusiles y los lanzacohetes,
abrió el bolso y los fue dejando así uno tras otro en la ladera del cerro.
Entonces cada uno sabía cuál era su fusil, porque lo teníamos marcado. Y ya,
Ramiro dijo; “Rodrigo, a tu posición”. Yo fui, saqué mi fusil. Llevaba a los
cuatro cargadores en una chaqueta con 20 tiros en cada uno, así como hablando
de 80 tiros. Yo tomo mi posición. De pronto miro hacia al interior del Cajón de
Maipu, es decir de donde tiene que venir la comitiva. Veo en un cruce, que si
hay algo que se llama San Juan de Pirque, que veo que ahí hay, y eso no estaba
en el plan, había un furgón de carabinero, como controlando el tráfico. Y digo;
“Ramiro, ¡mira” !, Y yo siempre me recuerdo de lo que me dice Ramiro; “peor
para ellos”.
¡“No sale el cohetazo”!
– Tomo posición y
veo pasar la primera baliza. Se supone que el combate comienza con un
“cohetazo”, pero no lo siento. Siento una ráfaga. Y ahí me asumo y me queda un
Mercedes Benz a mi mano derecha y otro Mercedes a mi mano izquierda. Empecé a
tirar y al ojo veo a Ramiro que despliega la lanza cohete, hay que armarlo. Es
un tubo que se arma, lo carga. Y en ese minuto está en posición de combate y se
lo pone al hombro y dispara. Y no sale, no sale el cohetazo, no sale.
– Yo seguía
disparando y de pronto yo veo que Ramiro cierra nuevamente y lo despliega y
sale el cohete, pero sin dirección. Pero ese cohete rompe el techo de un auto y
pega en un poste que está en la calle. El techo del auto se abrió como una
lata. Yo sentí ráfagas, tiros, explosiones. También veo a Marco que está a mi
izquierda, que también hace lo mismo, a la misma operación que hizo Ramiro,
despliegue a su tubo, apunta, tira, y no sale. Lo cierra nuevamente, lo
despliega, apunta y tira y el cohete pega en la ventana del Mercedes sin
explotar.
El auto y el casarodante que impedían el paso de la comitiva.
Los puestos de combate de los fusileros y la
comitiva. |
– No teníamos resistencia. De hecho, en una primera etapa no solo íbamos a estar tirando de la disposición detenida, pero no teníamos resistencia. Por tanto, nos paramos, yo estaba de pie, Ramiro, todos estaban de pie, disparando a los autos porque no teníamos resistencia.
El cobarde jefe de la escolta
– De pronto yo veía un tipo de traje oscuro, corriendo, que después supe que era el capitán MacLean, que era el jefe de los escoltas, y va corriendo así (y enseña con las manos y abrazos encima protegiendo la cabeza), como con las manos aquí y en una lluvia de bala el tipo se tira al barranco, y otros más también. Lo que sí recuerdo es que, de pronto yo me quedaba, pero muy lejos y no tenía mucha visión del último auto que era donde venía como cinco comandos atrás, pero ese auto era de los compañeros que se cerraban el paso al estar tirando. Yo siento una explosión, veo subir, saltar como un maletero y junto con ello una pierna de uno de los escoltas, con botas y pantalón de camuflaje. No teníamos resistencia. Yo escuchaba que alguien gritaba; ¡“ríndanse, conchas de su madre”! seguido de “ra-ta-ta-ta-ta-ta-ta-ta”. Yo no sabía quién era, no sabía si eran el enemigo o los compañeros que estaban haciendo eso.
El capitán MacLean, que era el jefe de los escoltas pero muy cobarde,
según los mismos militares.
– Esto pasó muy
rápido. Yo vi cuando el Mercedes del tirano gira, golpea al otro Mercedes y da
una vuelta. El chofer era un tipo muy hábil y se va. No sabíamos en ese minuto
que ahí estaba el tirano. Pero yo sabía que los dos Mercedes estaban
impactados. Sabíamos que nos había ido, porque nosotros teníamos visión de eso.
Los compañeros más adelante no tenían idea de eso. Entonces sentimos tres
pitazos que era la orden de la retirada y ahí, ya salí, la orden de Ramiro era
que salga. Yo salgo y ahí ya pude tener una visión más panorámica de lo que
había sucedido con la retaguardia. Recuerda que nosotros estábamos casi en el
medio de la comitiva. No teníamos mucha visión, ni para la retaguardia, ni para
la vanguardia. Porque además el terreno era como una curva.
El Diablo subió a
la Tierra
– Cuando yo voy
saliendo ya tengo una visión más generalizada y veo, por ejemplo, tres autos
quemados. Dentro de uno de los autos había una figura, una persona calcinada,
heridos, varios heridos, se quejaban mucho. Nunca tuvimos dentro de la
planificación de la operación bajar a rematar. Nada eso. Yo salí, ya ahí,
cuando venía saliendo vi el pastor, con uno o con tres feligreses tiraba ahí en
la zanja moviéndose (enseña Rodrigo como las personas se protegían sus cabezas
con sus brazos y manos). Y como yo iba con la adrenalina yo me pregunto ¿“algo
que se mueve”?, casi como de reojo (y enseña que apuntó) y el pastor me miró y
hace una cara de espanto y llegué a donde estaban.
·
El libro relata que los feligreses ya se fueron corriendo
al templo para rezar, pensando que el Diablo había subido a la Tierra. . .
– Después de eso,
yo llegué donde estaban los vehículos, estaba un poco más allá de los vehículos
con los cuales íbamos a salir. Ahí nos enteramos de que los compañeros que eran
los choferes (nuestros), entre ellos estaba el “Chino” Díaz, ellos tenían la
misión de neutralizar a los escoltas y a los motoristas. Pero se había
arrancado uno de los motoristas, y el otro se había escondido en un restaurante
que se llamaba Groucho. Ahí salimos en la retirada.
Uno de los autos de la comitiva. . . |
“Se lleva la mano a la gorra y saludó”
– Nosotros
pensábamos que íbamos a tener resistencia, porque un kilómetro más allá había
un retén, porque se había arrancado uno de los motoristas y nos iban a dar
plomo. Yo me acuerdo que íbamos en ese jeep, y yo iba, como era el más chico,
con la misión de llenar los cargadores. Iba con una bolsa de tiros, llenando
cargadores y pasándolos a los compañeros que estaban ahí más adelante, porque
sabíamos que ahí íbamos a tener problemas.
– De pronto nos
reíamos mucho, porque iba el “Chino” Díaz como chofer, y nosotros con baliza,
como para simular que éramos parte de la escolta y con los fusiles afuera de la
ventana.
·
Simulaban que venían con los heridos, ¿no?
– Claro. Pues,
ululaba la sirena, y el chino diario me acuerdo que decía, le hago un
“perrito”, ¡SI!, le gritamos nosotros. Y entonces se me olía, ¡WOO, WOO, WOO,
WOO! sonaba la sirena.
– De pronto dice;
“¡Ya ALERTA, ALERTA!” porque ya hemos llegado. Habían cerrado la barrera,
porque había una barrera en ese tiempo. Hoy día esa calle es amplia, pero en
ese tiempo era chiquita y era para dos vehículos. Y habían cerrado la barrera.
Y de pronto vemos al `paco´ (policía/carabinero) del motorista, que se lleva la
mano a la gorra y saludó (según el reglamento policial), y nos abre. Y nosotros
pensamos: “¿!está loco, huevón!?” “¡SE CAGARON, SE CAGARON!”
– Porque yo creo
que él también se cagó, porque él sabía perfectamente los vehículos que traía
la comitiva, y nosotros no teníamos nada que ver con los vehículos de la
comitiva.
·
Hay un testimonio que seguramente lo conoce también y
es que había un restaurante ahí al lado de la carretera donde estaban cuatro
generales cenando con familias, niños y todos a una distancia de 50 metros.
Cuando venían, pero peor todavía, escuchando a los milicianos gritando la cita
de Pablo Neruda; ¡“VIVA CHILE MIERDA”! se dieron cuenta que algo serio había
pasado.
Y se ríe Rodrigo,
recordando ese acontecimiento en la trayectoria hacia Santiago.
– Pasamos y en el
sentido contrario subían un par de camiones con militares. Adelante nuestro un
auto, que también era nuestro, de color beige con los compañeros del grupo de
nosotros. Y de pronto yo miro que viene un auto que era de la seguridad avanzada
de la comitiva. Pero primero pasa un vehículo de seguridad avanzada, que anda
mirando a la carretera y su alrededor que no hay nada raro. Cuando escucharon
las comunicaciones, ellos volvieron. Pero yo vi cuando como que los dos
vehículos vienen así frontalmente y van a chocar, y entonces de pronto el
vehículo gira y cae en la zanja.
No quería ser enterrado en ropa de mujer
– Después me
contaba mi “brother” que iba en ese auto que le correspondió vestirse de mujer.
Que él lo único que quería era que si caía (muerto) qué “por favor lo vistieran
de hombre, porque él no quería, que si caía en el combate que lo vistieran de mujer.
– Después me
contaba, que cuando iban así frente a frente, el `Mickey´, el `Tarzán´, el
`Jorge´, que era el jefe de esa unidad, decía ¡“el que caga caga”! ¡Acelera! le
grita a Víctor (Diaz) que era el chofer. Y ahí, los de CNI giran (a la zanja) y
pasamos.
– Y yo recuerdo
haber visto microbuses de pacos y subiendo. De pronto un paco que venía atrás,
pero en una moto, como que le pareció extraño, nosotros nos pareció extraño. El
tipo se dio vuelta así, como para seguirnos, pero lo pensó mejor y siguió.
– Llegamos a un
lugar que se llama Avenida Florida, al paradero 24, San José Estrella, que hoy
día está muy poblada, pero en ese tiempo no era tanto, era como más bien una
zona rural. Y nos metimos una bomba de gasolina y El Chino saltó había unas
zanjas, y saltamos. Yo me acuerdo que me pequé con la mira del fusil en la
frente. Se pinchó una llanta y nosotros escuchábamos a los compañeros que
venían de atrás gritando; “¡CAYÓ EL TIRANO-SOMOS LIBRES!”
En la noche, el dictador enseña a la prensa oficialista donde dieron al Mercedes Benz blindado con el lanzacohete y el fuego de los fusiles M16. |
Entrando a Santiago, dejando las armas
– Llegamos a
Vicuña Mackenna, y ahí nos paramos. Dejamos todos los fusiles, según el plan.
·
¿Porqué, es que uno no entiende eso? Es muy complicado
conseguir fusiles en mercado negro, los 38 M16. . .
– La verdad es que
no me corresponde dar un juicio de eso, yo era combatiente. Pero esa era la
orden, de dejar los fierros ahí. Cada uno se tenía que ir para su casa de
seguridad. Dejamos las cosas ahí, y la Negra Fabiola me tomó de la mano y me
dijo; “Rodrigo, vamos juntos, como si fuéramos pololos (novios). Y ahí nos
fuimos de la mano con la Flaca y subimos una micro y arriba estaban todos los
compañeros y al Chino Díaz, me rio mucho con el Chino Díaz porque el Chino se
había hecho unos bigotes de postizo con cinta tape, con pelo, con tape. Era
divertido porque él lo ponía en su cama, lo ponía en la pared. Cuando subimos
la micro esa yo vi hacia atrás y el Chino Díaz con sus bigotes y con una biblia
en la mano y un crucifijo gigante. De detrás de él venían varios compañeros.
Con la negra avanzamos poco, un kilómetro y bajamos. Y me pregunta la Negra;
“chico, ¿tienes sed?“Mucha”. Cruzamos frente a un restaurante y nos sentamos y
pedimos una piscola (pisco con Coca Cola). Y yo me acuerdo que nos la tomamos
en una sola.
El cargador en el bolsillo
– Fuimos, tomamos
otra microbus hacia el centro y cuando íbamos llegando a la avenida meto la
mano al bolsillo y tenía un cargador. Yo tenía unos pantalones que eran como de
militar. Justo en la Avenida Mata con Vicuña Mackenna ya estaban controlando
las micros. Entonces nosotros nos bajamos antes y pasamos caminando porque ya
se subieron a las micros para controlarlas.
– Con la Negra y
llegamos hasta la calle, cruzamos al frente a un negocio que tenía teléfono
público y llamamos. Porque teníamos que llamar a un número reportando. Me
acuerdo que la contraseña era “Ya nos vamos de la fiesta”. Después nos
separamos en la estación del metro.
– Yo me fui a casa
de un compañero, Mario, que era del partido. Llegué y ahí le extrañó que yo
llegara. Ahí estaba hablando como a las 9 y media de la noche. Había ya toque
de queda. Y llegué a su casa. Venía hediondo.
·
¿De trago?
– ¡No, no!
Hediondo de sudor, de adrenalina.
– ¡“Huevón!, ¿qué
estás haciendo aquí? ¿No sabes que hicieron un atentado a Pinochet”?
– “No me huevie!”
– “Pero ¡pasa,
pasa”!
– Y entre. Y me dijo, ¿tomemos unos pisquitos? No tenía mucha idea de lo que había pasado.
¿Porqué no voló el carro de Pinochet?
·
Una cosa que se ha discutido es ¿por qué no voló el carro
de Pinochet? Porque la lanza cohete le tocó también a su carro. Alguna teoría
habla de que la distancia mínima es de 10 yardas. O sea, un poquito más que
nueve metros, para que haga el efecto el cohete que sale a un vehículo
blindado. Otra versión que han dado a uno de tus compañeros combatientes es que
esos cohetes quedaron en muchas manos, eso saben los militares. Los cohetes hay
que guardarlo en forma seca. No tienen que ser expuestos por la humedad. E
imagínate en un país tropical en Centroamérica o en Colombia, es complicadísimo
mantenerlo fresquito y seco en la selva, porque puede fallar como falló varias
veces como tú cuentas.
– Mira, respecto a
esa teoría de las 10 yardas yo la descarto. Porque luego de esa operación el
partido nos manda a una escuela de preparación militar como oficiales en
Vietnam, a un curso de preparación de tropas especiales.
·
¿De ahí fueron enviados también a Nicaragua?
– Si, después nos
envían a Nicaragua. Los lanzacohetes eran rezagos de la guerra de Vietnam. Y
por la solidaridad internacionalista y el internacionalismo proletario los
lanzacohetes nos llegaron acá. Y nosotros probamos muchos cohetes y nunca
fallaron. Y los disparamos en distancias menores y nunca fallaron. ¿Por qué?
Porque los vietnamitas tenían condiciones para tener ese botín de guerra.
Nosotros tiramos mucho con Law allá en Vietnam. Hay que decir también que el
arma Law no es un buen lanzacohete. Porque no es americano. De diez cohetes,
dos no salían. Es un defecto. Yo creo que más viene un mito. Nosotros tiramos a
mucho menos distancia. Yo creo que las condiciones de almacenamiento que
tuvieron esos cohetes mientras fueron hasta acá, a Chile, no fueron las
mejores. Yo creo que eso influye en que no hayan dado el resultado que se
esperaba.
La Contra, preparada, formada y financiada por EEUU. |
Ronald Reagan, presidente anticomunista de EEUU y padrino de la Contra. |
Los lanzacohetes soviéticos
– Ahora, no solo
siempre hemos dicho que si hubiéramos tenido (la soviética) RPG-2 o RPG-7, no
se nos hubiera ido al tirano. Había dentro del armamento que teníamos, nosotros
teníamos un RPG-2, pero ese RPG-2 se lo entregamos a los compañeros que tenían
como misión de contener a los escoltas, a los carabineros, que venían de
escoltas. ¿Por qué? Porque ahora son unas condiciones del tiempo. En vez de
venir los dos motoristas, venía un furgón. Les dejaron un lanzacohete RPG-2 a
ellos por si es que ese día venía un furgón y ellos van a tener que tirar a ese
furgón, neutralizarlo con un lanzacohete RPG-2. Es el único lanzacohete
soviético que había dentro del armamento que utilizamos en esa operación.
– Yo creo que, si
hubiéramos utilizado otro tipo de armamento, no se nos hubiese ido (Pinochet).
·
¿Qué conclusión política sacaron de la operación?
Porque yo me acuerdo, estuve en varias poblaciones cuatro meses después de la
emboscada y se notaba en los murales, en los muros y la pared que decían “¡Viva
el Frente Patriótico!”. Pero ¿cómo fue después? ¿Se asustaron los partidos
socialistas, radical, la embajada estadounidense?
– Yo creo que la operación, desde el punto de vista militar fue una operación exitosa. Confirmó que el dictador no era intocable y que además el nivel de preparación combativa que tenía en el Frente Patriótico iba creciendo. Y esto generó que la fuerza, digamos más conservadora, pusiera atención y tratara de obligar a que el tirano hiciera una apertura y una salida democrática. Porque con el nivel de avance de la lucha popular iba en aumento. Y yo creo que, en esa operación, digamos, le demostró al imperialismo también que podría aquí en Chile haber una salida popular. Esa historia que no han venido contando ya está invisibilidad, que han hecho de las luchas populares, de la lucha militar, del pueblo que ha sido invisibilizada por los gobiernos postdictadura y que instalaron ese tema de que a la dictadura se le derrotó con un labio y un papel, es el punto que han querido instalar y para invisibilizar la lucha al pueblo. Pero yo creo que la “Operación Siglo XX” fue un cisma político, para el dictador.
·
Ahí fue confirmado también la consigna del Partido
Comunista Colombiano, que “la Combinación de todas las formas de lucha de las
masas”, son legítimas.
– ¿Sí, claro?
Salió de Chile a Vietnam y Nicaragua
·
Como mencionaste, te fuiste a Nicaragua para pelear
durante un año con el Ejército Popular Sandinista contra la Contra, el ejército
de mercenarios de los Estados Unidos. ¿Cómo fue esa experiencia?
– Nicaragua fue
una combinación para muchos de nosotros de todo un trabajo de preparación
combativa.
·
Hay que mencionarlo; tú lograste salir del país.
– Yo salí de
Chile. en septiembre de los 86´ por orden del partido. Y nos mandaron a
prepararnos militarmente a Vietnam. Y luego de esto nos enviaron esa misión
internacionalista. Pero nosotros también la pedimos; volver a Chile, o ir a
combatir a Nicaragua. Y en eso estaba como lo más álgido de la guerra.
– Fue una
experiencia maravillosa para mí. Aportar con un granito de arena a
mantener una revolución triunfante, para mí fue una experiencia valerosa. Me
siento absolutamente orgulloso. Me siento orgulloso de haber formado parte de
esa generación de chilenos, de hermanos latinoamericanos, que aportaron con
nuestro granito de arena a esa revolución triunfante, que lamentablemente a los
años siguientes cayó (1990). Pero fue una experiencia que era de toda lógica para
nosotros. Era coger experiencia, que cogeríamos allá en Centroamérica, en
Nicaragua, poder transmitirla en la lucha contra la dictadura. Porque nuestro
objetivo siempre fue salir, prepararse militarmente, tener conocimiento más
técnico del arte militar y poder volver a Chile y terminar con la dictadura. Y
en Nicaragua fue la consecuencia lógica de esa preparación.
Nicaragua en el triunfo 1979 después de haber derrotado a la dictadura somocista. . . . y el 19 de julio de 2019, después de haber aplastado el intento golpista 2018.
·
Claro, en Nicaragua 1990 se cayó el gobierno
sandinista justamente porque 10 años de guerra el pueblo se había agotado.
Menos mal que en 2007 regresaron los sandinistas al poder. Tuviste algunos
problemas, porque muchos de los compañeros fueron dilatados por el mismo Juan
Moreno Ávila (Sacha) bajo tortura. Varios quedaron presos, pero 49 compañeros
se fugaron en un túnel cavado bajo el Río Mapocho en pleno centro de Santiago,
entre ellos Víctor Diaz, “El Chino”.
– No, yo no tuve
problema. En la investigación y en el expediente que se formó aparezco con mi
nombre de guerra. Yo no tuve nunca ningún problema legal. Nunca fui detectado.
“Una lucha heroica”
·
Bueno, Rodrigo, agradezco muchísimo un testimonio
vivo. Realmente muy interesante que también servirá para esta y las próximas
generaciones que han nacido después, es importantísimo saber sobre el pasado.
Para no cometer los mismos y errores que se han cometido, y también en lo de la
lucha popular. Así que te agradezco muchísimo.
– Mi ánimo de
conversar contigo es eso. Lo que te decía de antes, yo creo que nuestra lucha
ha sido invisibilizada por los gobiernos post dictaduras, y acá hay una lucha
heroica. Fue una lucha heroica durante 17 años de dictadura que merece ser
contada, que la generación y las nuevas generaciones merecen conocer. Eso es lo
que me motiva a comprobar. Y te agradezco también a ti, el que me da el chance
de hacerlo.