sábado, 15 de agosto de 2015

Crisis petrolera y declinación sistémica mundial





Por Jorge Beinstein

La caída del precio

El derrumbe del precio del petróleo parecería desmentir la tesis del agotamiento de su producción, la caída estaría señalando abundancia de oferta y en consecuencia esa temible traba a la expansión del capitalismo habría sido una ilusión. Sin embargo una visión más profunda del tema nos lleva a la conclusión contraria: el agotamiento energético comienza a generar golpes estratégicos sobre el conjunto del sistema, el mismo además viene acompañado por la declinación de un amplio conjunto de  recursos naturales como parte de un proceso mayor que apunta hacia el estancamiento de la economía mundial.
¿Porque cae el precio del petróleo desde mediados de 2014?. La versión más difundida es que Arabia Saudita impulsada por Estados Unidos y arrastrando al conjunto de las petromonarquías del Golfo Pérsico aumentaron su producción con el fin de derrumbar el precio y así golpear a las economías de Rusia, Irán y Venezuela. También ha sido difundida la hipótesis de que Arabia Saudita habría puesto en marcha una doble ofensiva, por una parte contra Irán-Rusia-Venezuela y por otra contra su protector, los Estados Unidos, arruinando a su competidora producción ascendente de petróleo de esquisto cuyos altos costos de extracción no pueden soportar precios de petróleo tan bajos. Sin embargo las cifras desmienten esas hipótesis, desde mediados de 2013 la producción petrolera de Arabia Saudita transita una tendencia descendente, más aún, durante el segundo semestre de 2014 al mismo tiempo que bajaba el precio del petróleo también descendía la extracción en ese país. En  Julio de 2014 su producción petrolera llegaba a los 9,84 millones de barriles diarios, por debajo del nivel alcanzado en enero de ese mismo año (9,94 millones de barriles diarios), para en agosto había descendido a 9,74 millones, en enero de 2015 bajaba a 9,59 millones[1].   


                  
En realidad la oferta global de petróleo crudo convencional esta estancada desde mediados de la década pasada lo que promovió precios altos apenas superada la recesión de 2009.
Aunque  el crecimiento económico de los Estados Unidos mantuvo bajos niveles mientras Japón y la Unión Europea crecían muy poco tendiendo al estancamiento y los países emergentes, por ejemplo China e India desaceleraban su expansión.
Un primer cambio en la oferta fue el aumento inestable de las exportaciones de Irak y
Libia, dos países en guerra civil. En abril de 2014 la producción libia era en promedio de 239 mil barriles diarios pasando a 484 mil en julio y a 834 mil en Septiembre. Por su parte la producción de Irak pasaba de 2,8 millones de barriles diarios promedio en septiembre de 2013 a 3,1, millones en julio de 2014 y a 3,5 millones en septiembre. Entre Julio y Septiembre  de 2014 el incremento sumado de Libia e Irak fue de unos 800 mil barriles diarios[2].
Un segundo cambio (decisivo) fue el aumento de la producción de petróleo de esquisto en los Estados Unidos, la suba fue primero lenta desde 2005 con 290 mil barriles diarios promedio contra 260 mil en 2004, pero entre 2007 y 2008 saltó de 340 mil barriles diarios a 610 mil, en 2011 llegaba a 1,31 millones, en 2012 a 2,25 millones, en 2013 a 3,48 y en 2014 a 4,07 millones de barriles diarios equivalentes al 21 % de la oferta petrolera total (de origen interno e importada) en los Estados Unidos contra 18, 5 % en 2013, 12,1 % en 2012, 7,1 % en 2011, 4,6 % en 2010 lo que causó la retracción de las importaciones estadounidenses[3]. 


Pero esa expansión productiva no parece tener una vida prolongada, según el pronóstico oficial (U. S. Energy Information Administration) en el año 2021 se llegaría al máximo nivel de producción con 4,8 millones de barriles diarios, a partir de allí comenzaría la declinación.
       

              
También los altos precios habían permitido sostener la producción declinante del Mar del Norte así como otras que pudieron realizar relativamente pequeños desarrollos o resistir pese a sus costos elevados.
Luego de la recesión de 2009 se conjugaron varios fenómenos estrechamente interrelacionados como el amesetamiento de la producción convencional de petróleo crudo instalada desde mediados de esa década a lo que se agregó el ascenso de la producción de petróleo de esquisto en los Estados Unidos sostenido por precios altos que no descendían ya que el producto bruto global (especialmente de los grandes importadores) crecía, tampoco se disparaban hacia arriba porque la expansión global era moderada tendiendo a desacelerarse.
Pero la prolongación de esas dos tendencias: crecimiento de la oferta de petróleo crudo y desaceleración del crecimiento económico global, terminaron en 2014 por generar una cambio de orientación en la economía del petróleo. La oferta desbordó a la demanda y los precios comenzaron a caer haciendo inviables desde el punto de vista de la rentabilidad a las producciones de costos altos, en primer lugar las de petróleo de esquisto y también de algunas producciones convencionales.
Si la demanda se sostiene en el futuro o si desciende muy suavemente la previsible caída de la oferta debería llevar a una recuperación de los precios lo que a su vez volvería a alentar desarrollos no convencionales caros como los del petroleo de esquisto. En síntesis, nos encontramos ante un muy probable juego de sube-y-baja en la producción de petróleo crudo y de su precio.   




Lo ocurrido desde mediados de la década pasada y más directamente en los dos o tres últimos años no desmiente sino que que confirma la hipótesis del “peak oil” (cima de la producción mundial de petróleo crudo), el hecho de que la producción no haya caído obedece a la presencia inestable de suministros de altos costos cuyo techo ya fue alcanzado (por ejemplo en el caso del petróleo del Mar de Norte) o lo será a mediano plazo (petróleo de esquisto de los Estados Unidos).
Dicho de otra manera, la experiencia de los últimos diez años nos muestra una producción convencional de petróleo amesetada que no se expande pese a la presencia de períodos de precios altos (72,57 millones de barriles de petróleo crudo en 2005, luego 73,16 millones en 2006 más adelante 73,58 millones en 2010... 73,71 en 2012... 73,09 millones en 2014)[4].
Los desajustes entre oferta y demanda constituyen solo una parte de la explicación de la caída del precio, un factor importante es el juego de la especulación financiera sobre las commodities en general y especialmente sobre el mercado internacional del petróleo.
Las operaciones financieras con derivados basados en commodities, donde el petróleo ocupa un lugar decisivo, subieron vertiginosamente al ritmo de los precios. Las operaciones globales publicadas semestralmente por el Banco de Basilea muestran una primera etapa de ascenso rápido del volumen de negocios entre el primer semestre de 2005 y el primer semestre de 2008 (con operaciones del orden de los 13 billones de dólares). Luego llega una segunda etapa que se inicia con el derrumbe de las operaciones en el segundo semestre de 2008 (caen a 2,36 billones), seguida por una recuperación (3,6 billones en el primer semestre de 2009) y luego por un amesetamiento que se prolonga hasta el primer semestre de 2011.

En el segundo semestre de 2011 se inicia la tercera etapa, las operaciones caen de 3,1 billones en el semestre anterior a 3 billones, luego a 2,9 billones en el primer semestre de 2012, a 2,5 billones en el semestre siguiente hasta llegar a 2 billones en el primer semestre de 2014.  Se trata de un descenso continuo durante los tres años que preceden a la caída de los precios iniciada a mediados de 2014.
El desinfle de los derivados “anticipa” la caída de los precios, contribuye obviamente a dicho proceso. No se trata de un derrumbe rápido como lo ocurrido en 2008 sino de un descenso suave desde 3,1 billones en el primer semestre de 2011 para llegar a 2 billones en el primer semestre de 2014.
El optimismo luego del shock de 2008-2009 esperando una pronta recuperación de las economías de Estados Unidos, Europa y Japón (retornando a la situación anterior a la crisis) comenzaron a disiparse desde mediados de 2011. Lo mismo ocurrió con las expectativas de desacople de los países emergentes, principalmente China cuyo crecimiento se fue desacelerando.
En Agosto de 2012 el Banco Natixis integrante del Grupo BCPE (considerado el segundo grupo financiero de Francia) publicaba un documento  con el sugestivo título: “The eurozone crisis may last 20 years[5] y en febrero de 2014 Larry Summers, ex Secretario del Tesoro de los Estados Unidos lanzaba la hipótesis del estancamiento prolongado de las economías imperialistas y en consecuencia del sistema global[6]. Se trata de un recorrido de tres años del optimismo al pesimismo de expertos y medios de comunicación acompañando el desinfle de los derivados basados en commodities precediendo la caída del precio del petróleo.  
A todos esos factores es necesario sumar lo que en términos generales puede denominarse “perturbaciones geopolíticas”, la feroz pelea de los Estados Unidos y sus socios-vasallos de Europa Occidental por controlar el grueso de las reservas petroleras mundiales (la disputa incluye a las reservas de gas) está en la base de la larga guerra en la que están embarcados (Afganistan, Irak, Siria...) extendida a África (Libia, Yemen...) y Europa del Este (Ucrania). No se trata solo de guerras por petróleo y gas, también está en juego el sometimiento de China que compite por esas reservas pero que alberga a algo más de 230 millones de obreros industriales (un tercio de la clase obrera mundial), bajar o frenas el alza de los costos energéticos y de los costos salariales periféricos constituyen objetivos fundamentales de esos centros imperialistas. El desmembramiento de Rusia (superpotencia militar-energética global) es una meta esencial de esa ofensiva. Ninguna región del mundo está a salvo, América Latina completa el panorama con Venezuela a la cabeza (20 % de las reservas petroleras globales).
Agresiones occidentales apuntando al conjunto de los recursos naturales estratégicos (tierras fértiles, agua dulce, hidrocarburos, metales, etc.), tratando de impedir el fin del reinado del dólar ante un mundo financiero que comienza a escapar de su control, zancadillas entre los socios imperiales en un sálvese-quien-puede monetario donde el yen, el dólar, el euro y otras divisas integran un juego que amenaza convertirse en caótico al que se agrega la creciente injerencia china y la tendencia ruso-china ampliada a un creciente número de países periféricos por desdolarizar su comercio y sus finanzas. Se combinan entonces intereses económicos stricto sensu, delirios militaristas, brotes neofascistas, histerias mediáticas y decadencia psicológica de las élites occidentales conformando una coyuntura donde los precios bailan al ritmo de sonidos cada vez más disonantes. Así es como las explicaciones geopolíticas terminan siendo tan reduccionistas como las económicas, aparecen como enfoques insuficientes ante la complejidad del mundo real.    
El largo plazo: desaceleración del crecimiento, financierización y  superexplotación de los recursos naturales.
Una visión más amplia y hacia el largo plazo nos permite detectar tres fenómenos estrechamente interrelacionados: en primer lugar la caída tendencial de la tasa de crecimiento de la economía mundial a partir de los años 1970 motorizada por la desaceleración de las economías imperialistas, en segundo término la expansión cada vez más fuerte del proceso de financierización que se hace completamente visible desde la década de los años 1990 y su estancamiento posterior a 2008-2009 tendiendo (suavemente por ahora) hacia la declinación.
Un tercer fenómeno es el de la superexplotación de recursos naturales cuya dinámica inversora y tecnológica ha quedado supeditada a la hegemonía financiera que privilegia objetivos de corto plazo. Esto ha generado en muchos casos dinámicas irracionales, globalmente destructivas aunque perfectamente “racionales” si las explicamos desde el ángulo de la racionalidad (perversa) instrumental de los grupos de poder dominantes en el mundo. Es el caso de los recursos energéticos saqueados apuntando a su extinción pese a  las numerosas alertas acerca de su peligrosa disminución.
A partir de la crisis de comienzos de los años 1970 la economía global transitó un prolongado período de desaceleración, el mismo puede ser dividido en dos subperíodos, el primero se extiende desde la crisis de 1973-74 hasta llegar a la de 2007-2008 caracterizado por una pérdida de velocidad lejana al estancamiento o la recesión (salvo algunos accidentes parciales o rápidamente superados). En buena medida la suavización del descenso en los últimos años del subperíodo debe ser atribuida a las altas tasas de expansión de China y otras economías emergentes.
Pero luego de la crisis de 2008, podemos constatar el desarrollo de un segundo subperíodo: la economía global entra en recesión (2009) por primera vez desde de la segunda guerra mundial y las economías emergentes, principalmente el motor chino, desaceleran su crecimiento.
Los grandes subsidios del gobierno estadounidense al sistema financiero consiguen que el mismo no se desplome arrastrando el conjunto de la economía pero no logran que esta última retorne luego de 2009 a los niveles de expansión anterior a la crisis, entre 2010 y 2014 las tasas de reales de crecimiento oscilan en torno del 2 % (el promedio del lustro es del orden del 2,1 % real).  Por su parte Alemania tuvo un promedio similar  y Japón aún menor (1,6 %), Inglaterra (1,6%) y Francia ( 1,02%), por su parte la economía china se fue desacelerando pasando de un crecimiento real de 10,4 % en 2010 a 9,3 % en 2011 a 7,7% en 2012 a 7,7 %  y a 7,4 % en 2014[7]    
En el caso del sistema financiero también podemos hablar de un período divisible en dos etapas, la primera entre comienzos de los 1970 y 2008 y la segunda a partir de esa última fecha. La desaceleración de la economía global, proceso de larga duración, converge con la aceleración de las actividades financieras. Los productos financieros derivados, corazón de las mismas, registrados por el Banco de Basilea equivalían a un Producto Bruto Global  a comienzos de los años 1990 pasando 3,3 PBG  en el 2000... y a 10,7 PBG en 2007. Pero a partir de 2008 se inicia el desinfle relativamente leve de la masa financiera global, el volumen de productos financieros derivados deja atrás el crecimiento exponencial y en el lustro 2010-2014 crece muy levemente en términos nominales pero desciende con relación al Producto Bruto Gobal.  
El primer subperíodo de la desaceleración relativamente ordenada del crecimiento del PBG coincide cronológicamente con la aceleración de la expansión financiera, el segundo subperíodo de desaceleración fuerte del PBG, pero que de todos modos hasta ahora aparece como un aterrizaje suave, coincide con el desinfle gradual de la masa financiera.
Entre las distintas explicaciones respecto del vínculo entre desaceleración del PBG y financierización destaco dos puntos de vista contrapuestos. Uno, sesgado por una suerte de productivismo keynesiano, señala a la financierización como degeneración de la dinámica general del sistema impulsada por políticas de corte neoliberal que eliminaron o redujeron controles facilitando la expansión de un fenómeno de tipo parasitario que frena o desordena a las actividades productivas, sobre todo los emprendimientos de largo plazo.
Un segundo punto de vista más amplio visualiza a la financierización como resultado de la dinámica general del sistema y más aún como factor de apoyo a su reproducción impulsando mecanismos de especulación y crédito que posibilitaron sostener y dinamizar grandes mercados facilitando el desarrollo del consumo, la inversión y el gasto público, generando compensaciones a beneficios capitalistas insuficientes. Eso significa que no nos encontraríamos ante la crisis (limitada) de la financierización sino ante una crisis sistémica integral que incluye a su componente (hipertrofia) financiera-[8]. La desaceleración financiera en curso, el agotamiento de ese mega-parásito dinamizador impulsa el enfriamiento de la economía global el que a su vez restringe, bloquea el desarrollo de la masa financiera.
Más allá del debate acerca del proceso de financierización es posible constatar que el fenómeno de larga duración de desaceleración del PBG se acentúa y se hace más turbulento en el último lustro convergiendo con la declinación de la masa financiera, se trata de una enorme fuerza depresiva a escala global que tiende inevitablemente a comprimir consumos, inversiones y relaciones comerciales.
   


Los precios de las commodities han seguido dicha orientación sin embargo no lo hicieron de manera ordenada sino con trayectorias inestables.
Dicho de otra manera, la desaceleración del crecimiento global sumado al desinfle de su componente financiera “explican” la caída en los precios de las commodities dejando abierta la reflexión en torno de sus formas concretas, detalladas.
          
    
 

      
Resulta sumamente útil poner de relieve el tema del agotamiento de los recursos naturales, podemos centrar el enfoque en el del “peak oil” (la cima de la producción petrolera). Es conocido el pronóstico acertado de King Hubbert, experto de Shell (19461964) quién estableció hacia 1956 que la producción petrolera de los Estados Unidos llegaría a su nivel máximo entre fines de los años 1960 y comienzos de los 1970 cuando aproximadamente la mitad de las reservas iniciales explotables habrían sido extraídas. La extracción de petróleo en Alaska cobró fuerza en los años 1970 lo que parecía desmentir el pronóstico de Hubbert, pero se trató de un ascenso efímero (aproximadamente una década): en 1987 producción de Alaska llegó a su pico y luego fue declinando.
En la década actual irrumpió en los Estados Unidos la producción de petróleo de esquisto generando expectativas más fuertes que las del caso Alaska, sin embargo si nos atenemos al pronóstico oficial el auge cubriría algo más de una década (ver el Gráfico 3)... si el precio del petróleo sube retornando al nivel anterior a la caída ahora en curso. Precios bajos como los actuales no permiten cubrir los altos costos de ese sector (además sobre endeudado) lo que ya está provocando reducciones de actividades, despidos y algunas quiebras[9].
   

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Apoyándose en el modelo focalizado en los Estados Unidos el mismo Hubbert seguido por otros geólogos de gran prestigio como Colin Campbel (ex alto funcionario de la British Petroleum), Jean Laherrère (ex de Total), Samsam Bakhtiari (ex de la Compañia Nacional de Petróleo de Irán) o  Kenneth S. Deffeyes (ex de Shell) realizaron pronósticos a escala global que por lo general situaban el peak oil entre mediados de la primera década del siglo XXI y los años 2020. Bakhtiari situó el peak oil entre 2006 y 2007, Deffeyes en 2006, ambos pronósticos coinciden con el comienzo del amesetamiento de la producción global convencional de petróleo crudo (ver el Gráfico 4). En su informe anual de 2010 la Agencia Internacional de Energía desarrolló  tres escenarios, en dos de ellos estableció el peak oil en una meseta situada aproximadamente entre 2005 y 2008[10].
Los limites de la producción petrolera deben ser relacionados con la dinámica más general del crecimiento del consumo de recursos energéticos desde los años 1940. El aumento de la población mundial, el desarrollo de los procesos de modernización en la periferia y el relativamente bajo nivel de control del consumo de energía en los países imperialistas han incidido en el rápido agotamiento de las reservas. La persistencia de estilos de consumo, producción y transformación tecnológica energético-intensivos es uno de los datos que explica el fenómeno. 
       

Salvo que entremos en un muy prolongado período recesivo (algo así como un estancamiento extendiéndose durante varias décadas y atravesado por numerosas recesiones) lo más probable es que el precio del petróleo continúe con su vieja tendencia ascendente (seguramente inestable). 
   

El agotamiento de recursos naturales no se limita al caso del petróleo, diversos estudios muestran la rápida reducción de reservas en varios recursos estratégicos.  Ugo Bardi y Marco Pagani demostraron en 2007 que sobre los 57 minerales de la base de datos del US Geological Survey 11 habían pasado por su pico de producción máxima y ya se encontraban en la fase declinante: mercurio, telurio, plomo, cadmio, potasa, fosfato, talio, selenio, circonio, renio y galio[11].

Inestabilidad creciente del precio

El alza del precio del petróleo alentó explotaciones caras como la del petróleo de esquisto en los Estados Unidos aumentando la oferta global retrayendo por otra parte las importaciones estadounidenses. El aumento de la oferta coincidió con el enfriamiento de la economía mundial, con el desinfle financiero general especialmente en el mercado de commodities  y con la tendencia general a la baja en los precios de las commodities.  El resultado fue la caída del precio a partir de mediados de 2014.  
La producción petrolera global se había tornado muy poco elástica a partir de la llegada del amesetamiento, una suerte de peak oil extendido. A partir de mediados de la década pasada solo podía responder positivamente a las subas de la demanda recurriendo a explotaciones caras apoyadas en precios altos. Esta rigidez productiva unida a la rigidez de la demanda de los grandes mercados de consumo contribuyó al ascenso vertiginoso del precio. Pero cuando la rigidez productiva coincidió con una pequeña sobreoferta12 enfrentada a una demanda poco dinámica, el resultado fue una caída estrepitosa del precio. Tanto en la etapa del alza como en la de la baja la especulación financiera se apoyó en esos desajustes para apostar a favor de la corriente haciendo más pronunciadas las tendencias.
La relación entre desajustes de oferta-demanda y volatilidad fue explicada hacia 2009 por Phil Hart por medio de un modelo sencillo de formación de precios con oferta y demanda poco elásticas[12] recientemente actualizado por Euan Mears [13].
El modelo puede servirnos tanto para explicar los grandes saltos y caídas de precios configurando un horizonte de creciente volatilidad. En el gráfico siguiente podemos observar cuatro situaciones., dos correspondientes a la etapa anterior al peak oil y las otras dos a la etapa de amesetamiento (y la probable declinación posterior).
En la situación A nos encontramos ante una demanda poco elástica frente a una oferta elástica. Los mercados de los países emergentes y de alto desarrollo no son muy sensibles ante subas o bajas de precios. La oferta apunta a pasar de 2 a 3 millones de barriles diarios (un millón más), finalmente se llega a un precio de equilibrio que baja 1 dólar (de 16 a 15 dólares por barril) con apenas un poco más de ventas que antes. En el caso B la demanda sube con fuerza (apunta hacia la compra de un millón de barriles adicionales: de 2 a 3 millones de barriles), la oferta sigue elástica, se adapta fácilmente a la demanda sin que suban mucho sus costos unitarios. El precio sube solo un dólar (de 16 a 17 dólares por barril) y casi toda la nueva demanda potencial queda cubierta.
En el caso C (pensemos en los años 2006-2007) la demanda apunta como en B hacia la compra de un millón adicional de barriles (pasando de 7 a 8 millones de barriles) pero ahora la oferta es poco elástica, el precio sube mucho más que antes: 11 dólares (de 16 a 27 dólares), en el nuevo pecio de equilibrio (p4) es satisfecha cerca de la mitad de la demanda adicional potencial.  
En el caso D nos encontramos con una oferta poco elástica aunque los buenos precios le han permitido crecer con costos altos para las producciones adicionales, pero la demanda crece poco o nada y sigue siendo poco elástica (pensemos en el año 2014). En ese caso un oferta adicional potencial de un millón de barriles (de 7 a 8 millones de barriles) derrumba el precio que cae 12 dólares (pasa de 16 a 4 dólares).


Observando los ocurrido en la dos últimas décadas es posible constatar que la inestabilidad de los precios de las commodities ha seguido una tendencia ascendente. Crecimiento relativamente suave de la inestabilidad durante los años 1990 y mucho más fuerte en la década siguiente.


              

       
   


   
Como podemos constatar no se trata solo de la inestabilidad creciente del mercado petrolero sino del conjunto de marcados de commodities.
Tampoco se trata del crecimiento gradual de la inestabilidad sino ante una sucesión de niveles de diferente envergadura aunque respondiendo aproximadamente a un comportamiento cíclico oscilando en torno de una línea ascendente.
La tendencia hacia la inestabilidad creciente de los mercados de commodities forma parte de un sistema complejo que debe ser evaluado como tal con comportamientos emergentes no reducibles a la suma de los de sus componentes entre las que podemos destacar a la trama financiera global (tanto sus euforias como sus desinfles), a la desaceleración de la economía global (como fenómeno de larga duración) y a las turbulencias geopolíticas (agravadas en la década actual).
Más allá de la amplitud de los próximos ciclos de inestabilidad resulta evidente que el ascenso de la inestabilidad no puede prolongarse indefinidamente en algún momento deberá convertirse en un caos inmanejable (el desorden del mercado deviene un nomercado) lo que abre la reflexión acerca de un escenario de crisis sistémica aguda.
Se hace necesario marcar la originalidad de la marcha hacia esa crisis, desde ya de una magnitud muy superior a las de los siglos IXX y XX, sino también respecto de las grandes turbulencias prolongadas del nacimiento y primeros pasos del capitalismo como la larga crisis europea del siglo XVII o incluso ciertos momentos  muy caóticos en el siglo XIX. En todos esos casos se trataba de un universo burgués en expansión, fiebres infantiles o de adolescencia señalando crisis de crecimiento. Ahora nos encontramos ante un sistema que va perdiendo dinamismo sometido a la hegemonía del parasitismo (no solo financiero), enfrentado a límites evidentes de los recursos naturales disponibles, cuyo sistema tecnológico aparece como un catalizador de la decadencia, donde la expansión urbana ya no es más un indicador de desarrollo productivo sino la expresión del bloqueo parasitario ascendente de la sociedad. En ese caso la fiebre, el desorden creciente constituye un claro síntoma de senilidad, de entropía en aumento.
Como sabemos ha sido atribuido con razón a Marx y Engels algo así como un error de juventud al considerar a mediados del siglo XIX en el Manifiesto Comunista que estaba próximo el fin del capitalismo, fue señalado que ellos confundían los dolores del parto  con los de la agonía. Ahora no faltan algunos conservadores recalcitrantes (son cada vez menos) para señalar que los desastres actuales estarían anunciando una nueva etapa ascendente del capitalismo confundiendo las calamidades de un sistema agónico (más allá de la duración de su agonía) como el parto ilusorio de una renovada era de barbarie.



[1] Banco Mundial, U.S. EIA.
[2] Fuente: OPEC, Monthly Oil Market Report, 12 november 2014.
[3] Fuente: US EIA, AEO 2014, Early Release Overview
[4] US EIA.
[5] Natixis, “The euro-zone crisis may last 20 years”, Flash Economics /Economic Research, August 16th 2012 - No. 534.

[6] Lawrence H. Summers, “"U.S. Economic Prospects: Secular Stagnation, Hysteresis, and the Zero Lower Bound", Business Economics , Vol. 49, No. 2, National Association for Business Economics.Keynote Address at the NABE Policy Conference, February 24, 2014.
[7] Fuente: Banco Mundial.
[8] Ver por ejemplo Michel Husson, “Les límites du keynésianisme”, Alencontre, 15 janvier 2015, http://alencontre.org/laune/les-limites-du-keynesianisme.html.
[9] BBC Mundo, "Cómo la caída del precio del petróleo afecta el boom energético de EE.UU." , 15 Enero 2015.
Matt Egan, "Petróleo barato, exterminador de empleos en Estados Unidos", CNN Expansión,  07 de enero de 2015, www.cnnexpansion.com/economia/2015/01/06/el-petroleo-barato-exterminador-de-empleos
[10] International Energy Agency, World Energy Outlook 2010.
[11] Ugo Bardi and Marco Pagan, "Peak Minerals", The Oil Drum, October 15, 2007, http://www.theoildrum.com/node/3086 12 La producción total de petróleo crudo (shale y convencional) se incremento solo 1,47 % entre 2013 y 2014. La producción de shale contribuyó con un 0,78 % y la convencional con un 0,69 %.
[12] Phil Hart, "The Economics of Volatile Oil Prices", The Oil Drum, February 18, 2009, http://anz.theoildrum.com/node/5110
[13] Euan Mearns,"The 2014 Oil Price Crash Explained", Energy Matters, November 24, 2014, http://euanmearns.com/the-2014-oil-price-crash-explained