lunes, 24 de marzo de 2008

Nace un nuevo gigante sindical en América Latina

Entrevista con Víctor Báez, secretario general de la Organización Regional Interamericana de Trabajadores (ORIT) ante la unificación con CMT, Confederación Mundial del Trabajo en la nueva internacional CONFEDERACIÓN SINDICAL INTERNACIONAL (CSI).

Por Dick Emanuelsson*

La unión de las dos internacionales sindicales constituye un nuevo paso importante en la unificación del movimiento sindical mundial.

Entre el 27 y 29 de marzo se reunirán en Panamá para la creación de la Confederación Sindical de Trabajadores/as de las Américas (CSA).

VÍCTOR BÁEZ, que es secretario general de la ORIT, Organización Regional Interamericana de Trabajo, afiliada en la internacional CIOSL, subraya que la fusión con CLAT, Central Latinoamericana de Trabajadores, abre una nueva perspectiva en el sentido que adquiere mucha más fuerza en la lucha contra el modelo neoliberal.

También introduce un nuevo ingrediente; las Multilatinas, empresas y poderes multinacionales de origen latinoamericano que han surgido por su poderío económico. Los obreros de la construcción en Panamá han vivido en carne propia las consecuencias de su ofensiva antisindical y antiobrera, imponiendo sindicatos “amarillos” y el sicariato que entre agosto de 2007 hasta ahora ha cobrado la vida de tres obreros en la cintura de América.

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Dick Emanuelsson: En todo el mundo se ha iniciado un proceso de unificación de las dos centrales sindicales internacionales, CIOSL y CMT. ¿Cómo va el proceso en América Latina?

Victor Báez: El proceso no es solamente latinoamericano, sino de todas las Américas. Las organizaciones sindicales de Canadá y Estados Unidos también están participando del mismo. El Congreso de unificación será llevado a cabo en Panamá, los días 27,28 y 29 de marzo de 2008. El 26 de marzo tendrán lugar los congresos de disolución de la ORIT y de la CLAT. Al día siguiente nacerá la Confederación Sindical de Trabajadores/as de las Américas (CSA). Pero también participarán otras organizaciones que se han mantenido independientes hasta el momento y que se afiliaron a la nueva internacional (CSI), como la CUT de Colombia y la CTA de Argentina, entre otras. Es decir, ésta es una nueva central de trabajadores y trabajadoras, superadora de esa guerra fría que tanto ha perjudicado a los trabajadores y trabajadoras en la historia reciente.

Hubo mucho debate y muchas reuniones nacionales, subregionales y regionales para llegar a la CSA. Nadie dejó de ser invitado. No fue un proceso sectario ni mucho menos. Por otro lado, nadie puede obligar a nadie a formar parte de un emprendimiento como éste, pero a la vez, nadie puede pedir que esperemos a que absolutamente todos y todas estén de acuerdo para formar la CSA.

De lejos ésta será la organización continental más representativa de los y las trabajadores(as) del Continente. Lo decimos con todo respeto, pero a la vez tendrá la apertura suficiente como para seguir trabajando con las centrales que no estén afiliadas o que estén afiliadas a otras organizaciones, en torno a temas comunes, como por ejemplo lo hicimos en el combate contra el ALCA, el neoliberalismo, la falta de libertad sindical en varios países, etc.

Debe fortalecerse el movimiento de trabajadores/as en las Américas. Eso puede hacerse mejorando los números de afiliación, por un lado, pero por otro creando una sintonía estratégica, reivindicativa y propositiva del movimiento sindical desde Alaska hasta Tierra del Fuego.

D.E.: Hace un mes fue baleado y muerto un activista sindical de la construcción por un policía panameño, el tercer muerto de ese gremio en medio año. La protesta fue por la muerte de 29 obreros accidentados en el 2007 en Panamá. ¿Cómo ha sido el desarrollo en América Latina y el Caribe de la estadística de accidentes y muertes a raíz de la inseguridad en el trabajo?

V.B.: El SUNTACS, Sindicato a quien pertenecen los muertos, tiene todo nuestro respeto por su historial de lucha sindical. Nosotros, junto al movimiento sindical internacional, hemos reaccionado enérgicamente contra todos esos asesinatos frente al gobierno de Panamá. Ahora, con relación a la inseguridad en el trabajo, este es un mal endémico en el continente. Se concentra en las actividades vinculadas a la agricultura (exposición a agrotóxicos), construcción civil (ausencia de protección y de medidas de seguridad en las empresas), industria minera en general, pero también ha ido aumentando para los/las trabajadores del sector informal de la economía porque no tienen protección alguna.

En el movimiento sindical estamos luchando todos los días con eso, para hacer adoptar y cumplir las legislaciones nacional e internacional existentes. Pero la solución, además del fortalecimiento sindical y la capacitación de los trabajadores y trabajadoras, es tener políticas públicas que obliguen a las patronales a adoptar las medidas de protección a los trabajadores. Hace falta incluso modificar la visión de los gobiernos y los Estados. En la mayoría de ellos, los accidentes se ven solamente desde el punto de vista de la compensación monetaria, lo cual forma parte del negocio y del lucro a expensas de los derechos de los trabajadores. Hace falta ver la seguridad en el trabajo como parte integral del derecho a la seguridad social de los/las trabajadores.

D.E.: El conflicto de Panamá también ha tenido que ver con la lucha contra las transnacionales que intentan introducir un sindicato amarillo. ¿Cómo ha sido afectado el movimiento sindical organizado por esa modalidad en el continente?

V.B.: Eso es cierto. Las multinacionales quieren establecer sus propias reglas, aun por encima de las leyes nacionales y generalmente lo hacen. No importa el origen de ellas. Las multinacionales norteamericanas tienen una tradición de no respetar los derechos de los trabajadores en su propio país. La AFL-CIO está promoviendo una ley al respecto en los Estados Unidos. Las multinacionales europeas tienen fama de respetar a los trabajadores en Europa, pero aquí hacen todo lo contrario. Ni hablar de las asiáticas. Pero están surgiendo también multinacionales de origen latinoamericano, que llamamos nosotros de multilatinas, que tienen el mismo comportamiento. Generalmente reprimen todo tipo de organización sindical o crean sindicatos amarillos.

No puedo dejar de mencionar aquí la modalidad de “contratos de protección” que existe en México, donde unos cuantos sindicalistas corruptos venden contratos colectivos a las empresas nacionales o multinacionales y los trabajadores no tienen el derecho de conocer el contenido de ese contrato ni tampoco de formar un sindicato auténtico, una vez que fue firmado el contrato de protección que protege a las empresas.

Sin embargo, no quiero describir solamente el problema. Los tratados de “libre comercio” y sobre todo los de “libre inversión” que son los brazos largos del modelo neoliberal, buscan precisamente eso, que las empresas hagan lo que quieran en los países, sin importar las consecuencias. Esta es una de las razones por la que nos hemos opuesto al ALCA, al CAFTA y a cualquier tratado de este tipo. En los acuerdos de asociación promovidos por Europa, nos preocupa también el capítulo de libre comercio que es exactamente igual al que promueve Estados Unidos. Esto lo estamos hablando justamente con la Confederación Europea de Sindicatos (CES).

Casualmente, en el Congreso de fundación de la CSA estaremos lanzando una campaña por la libertad de organización y el derecho a la negociación colectiva.

Finalmente, quiero hablar sobre el diálogo social. La ORIT tiene una posición dura al respecto y la misma continuará en la CSA. Algunos dicen que en el continente ha progresado el diálogo social. Nosotros creemos que no y creemos que quien dice eso, miente. No podemos decir que el diálogo social progresa porque fueron formadas unas cuantas comisiones tripartitas en varios países. La realidad es que en muchos países de América Latina están asesinando cada día sindicalistas y/o sindicatos. ¿Puede haber diálogo social en esas condiciones? Nosotros insistimos en que no. Colombia, Guatemala, El Salvador, Paraguay son algunos de esos ejemplos de asesinatos diarios de organizaciones sindicales y/o de activistas o dirigentes.

D.E.: En general, ¿cómo ve la ORIT la situación en América Latina? ¿Cómo se analiza la formación de los gobiernos elegidos por sus pueblos como una alternativa o vía contra el modelo neoliberal, países como Venezuela, Bolivia, Nicaragua?

V.B.: En la ORIT pensamos que, para los/las trabajadores(as), no puede ser indiferente que haya un gobierno de izquierda o progresista o un gobierno de derechas. No puede ser igual para nosotros Tabaré Vázquez a Uribe. Para nosotros Uribe es un enemigo declarado de la clase trabajadora, junto a otros gobiernos de derecha como el de Tony Saca, por ejemplo. Los gobiernos progresistas o de izquierda tienden a realizar esfuerzos políticos y políticas públicas, defendiendo, creando y materializando derechos sociales. En muchos casos, para ser claros, nos gustaría igualmente que fueran más lejos de lo que están yendo, en la profundización de los cambios que han prometido. Pero, de todas formas, la reducción de las desigualdades no puede limitarse a las políticas sociales. En nuestra Plataforma Laboral de las Américas reivindicamos un desarrollo sostenible que está vinculado a una familia de conceptos, como el pleno empleo, trabajo en condiciones dignas, sociedad sin excluidos, reformas no neoliberales del sistema de protección social para incluir a más gente, etc.

Por último, la propia CEPAL ha hecho un ejercicio para el 2007, que acaba de conocerse. Los gobiernos de Brasil y Uruguay no solamente han disminuido el desempleo, sino que han aumentado la protección social.

No obstante, esperamos que esos gobiernos profundicen más y por ello, el movimiento sindical debe empujarlos a hacerlo.

D.E.: ¿Los desafíos para el movimiento sindical? ¿Cómo ampliar el trabajo para que se incorporen los movimientos sociales en el trabajo que en América Latina tiene una incidencia en varios países?

V.B.: Vamos por partes. Creemos que uno de los principales desafíos del movimiento sindical es una revisión de sus estructuras, para ser en lo interno más democrático, más participativo, más incluyente y, por ende más representativo. Esa es una de las tesis del Congreso fundacional de la CSA. Debemos incluir más jóvenes, más mujeres, más sectores no tradicionales del sindicalismo. En muchos países hay que superar el modelo de sindicato por empresa, por ejemplo.

Hay que tender puentes para superar los efectos de esa guerra fría que dividió al debilitado movimiento sindical de América Central, por ejemplo. Debe haber una complementación entre lo que hace la CSA con lo que hacen las articulaciones sindicales subregionales en el área andina, América Central, Cono Sur y Caribe y también como lo que hacen las centrales a nivel nacional. Debemos promover la unidad. Hay países donde existen más de 20 centrales obreras, con un movimiento obrero pequeño y debilitado. Es imposible seguir en esas condiciones.

Pero por otra parte, hay que aumentar la calidad política. El movimiento sindical de las Américas forma parte de un movimiento sindical internacional y debe influir en él con las aspiraciones de los/las trabajadores/as de esta parte del mundo. Como organización continental nos debe preocupar lo que pasa en el mundo, en la OMC y sus consecuencias para nuestros países, por ejemplo. No podemos quedarnos mirando mientras los sindicatos de los países desarrollados discuten estos temas. El nuevo internacionalismo sindical que se busca con la creación de la CSI y con la fundación de la CSA exige mayor participación de las organizaciones regionales como la nuestra.

Los desafíos externos son el combate al neoliberalismo, a los tratados de libre comercio, vengan de donde vengan, al trabajo infantil y sus causas, a las discriminaciones. Queremos un modelo alternativo al que quieren imponernos las potencias con sus tratados librecambistas, porque más allá de lo que digan las leyes, que son importantes, la verdadera garantía para el respeto y conquista de nuestros derechos es el modelo económico y social que nos demos en nuestros países y regiones. Todo esto está en el programa de acción de la CSA.

Ahora, con relación a los movimientos sociales, desde la ORIT y en el futuro desde la CSA, seguiremos trabajando con ellos y junto a ellos. La ORIT ha sido fundadora de la Alianza Social Continental que ha tenido un destacado papel en la lucha contra el ALCA y en otros terrenos. Ya lo hemos estado haciendo y lo seguiremos haciendo. Creemos profundamente en una política de alianzas con otros sectores de la sociedad como el de los campesinos, las mujeres, las organizaciones indígenas, de Derechos Humanos, etc., que buscan las mismas cosas que nosotros buscamos.

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*Dick Emanuelsson es corresponsal sueco que cubre America Latina desde el 1980.