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viernes, 13 de septiembre de 2024

¿La tarea de los fusileros? “Ajusticiar al tirano en Chile”

Los fusileros del Frente Patriótico Manuel Rodríguez han tomado sus posiciones para ejecutar la emboscada en contra la comitiva del dictador Augusto Pinochet el 7 de septiembre de 1986.

 


¿La tarea de los fusileros? “Ajusticiar al tirano en Chile”

POR DICK EMANUELSSON

¡“Esto va en serio, esto va en serio”!

Entrevista exclusiva con el fusilero más joven del comando del Frente Patriótico Manuel Rodriguez (FPMR), “el combatiente Rodrigo” que participó en la emboscada al dictador Pinochet el 7 de septiembre de 1986

Nos formamos a la voz de mando del comandante “Ramiro” que nos comunica cuál es la Operación. Nos dice que hemos sido convocados por la dirección del Frente Patriótico para ajusticiar al tirano”.


VALDIVIA / 2024-02-16 / Hace casi 38 años, el 7 de septiembre de 1986 un comando del Frente Patriótico Manuel Rodríguez, brazo armado en esa época del Partido Comunista de Chile realizó una emboscada contra el dictador general Augusto Pinochet Ugarte. La acción sacudió no solamente al mismo tirano, sino a todo el Chile y el Departamento de Estado que en esa época era dirigido por el presidente Richard Nixon y su mano derecha, Henry Kissinger.

Cuatro meses después de la emboscada llegué a Chile. En las poblaciones (urbanizaciones, colonias) en Santiago o en otras ciudades en Chile, la gente estaba muy entusiasmada por la acción, aunque falló con la meta principal; acabar con el dictador, fiel representante del sector que describiera Víctor Jara en su hermosa canción “Vientos del pueblo”;

De nuevo quieren manchar, mi tierra con sangre obrera, los que hablan de libertad, y tienen las manos negras”.

Víctor Jara fue uno de esas 3106 víctimas del dictador y su junta militar, respaldada por la alta burguesía chilena y la Embajada Estadounidense en Santiago, fusilado el 16 de septiembre en el Estadio de Santiago.

 

DURANTE DIEZ AÑOS 1973-1983 reinaba una calma de sepulcro en Chile, pero a partir del mes de marzo de 1983, comenzaron las protestas nacionales y mensuales en Chile. Por cada protesta creció la fuerza y la determinación de avanzar para al final derrocar la dictadura.

Ese factor “subjetivo”, que mencionó Che Guevara había madurado a tal grado que el Partido Comunista declaró la “Rebelión Popular” y “Con la Razón y la Fuerza” se lograría tumbar al tirano. Pero una dictadura no cae por sí sola, habría que tener una herramienta que fue el Frente Patriótico Manuel Rodríguez, (FPMR). Uno de esos jóvenes que fue seleccionado por la dirección del Frente fue “Rodrigo”, que en la emboscada el 7 de septiembre de 1986 fue el más joven de los 21 combatientes que participaron en la acción heroica.

Y con él hablamos a mediados del mes de febrero del año en curso.


 

 Video:
La entrevista con el “combatiente Rodrigo”


La selección de los combatientes

Cuéntenos, “Rodrigo” ¿cómo fue la selección de los integrantes del FPMR para ejecutar la acción bautizada como “Operación Siglo XX". Tú en esa época solamente tenías 18 años”. ¿Había también dos mujeres?

– Fuimos veintiunos combatientes y una compañera, la compañera “Fabiola”, que formaba parte del equipo este de combatientes que participaban directamente en la acción. La compañera “Tamara” en un principio también iba a participar de la Operación, pero Tamara se estimó, por la dirección nacional en esa época, de que la compañera había mucho riesgo de no salir con vida en esa operación. Por tanto, la compañera era necesario salvar y guardarla para operaciones posteriores. Se decide finalmente que ya no participe directamente en la operación. Pero fue parte importantísima del aseguramiento logístico de esa operación. A la pregunta tuya la respuesta es que solamente había una compañera que participaba directamente en la operación que era la compañera “Fabiola”.

·        ¿Cuántos años tenía Fabiola?

– Fabiola debe haber tenido en esa época 25 años, más o menos. Era una combatiente con harta experiencia. Dentro de la estructura del Frente era una de las compañeras que prácticamente era una de las fundadoras del Frente Patriótico.

·        ¿Y la selección de los veintiún?

– La verdad es que en ese tiempo nosotros no teníamos idea por este tema del compartimiento de cómo fue la selección. Pero lo que sí después hemos ido sabiendo que aquí en aquí se le encarga la selección de los combatientes es a “Ramiro”, el compañero Mauricio Hernández Norambuena, que hoy día está detenido en una cárcel de alta seguridad en Rancagua. Ramiro era el jefe del destacamento del Frente Patriótico que es que se le encarga de la selección de los combatientes.

– Todos los combatientes que participamos de esa operación éramos parte del destacamento del del Frente Patriótico.

·        ¿Venían muchos de la Juventud Comunistas (JJCC)?

– Yo diría que el 100 por ciento de los compañeros, o el 90 por ciento de los compañeros que participan directamente en esa operación venían de la Juventud Comunista. Solo un compañero que había sido reclutado por otro compañero que también venía a la `Jota´ (JJCC). Pues había sido reclutado del liceo y él no tenía, digamos esa militancia. Pero, como te digo, el casi el 100 por ciento éramos de la `Jota´.

 

La preparación militar

·        Yo hice el servicio militar en la infantería en Suecia hace muchos años y sé que no es tan fácil ser introducido en el arte de las armas. Cuando uno lee el libro “Operación Siglo XX” o el libro “Los Fusileros” y toma parte de los diferentes testimonios de los combatientes uno se impacta por los hechos que no tenían ninguna formación militar. Y eso es un poco extraño. Además, poseían 38 fusiles de guerra y tenían lanzacohetes. ¿Cómo era posible hacer semejante operación que, aunque perdió el objetivo principal, el resultado fue muy exitoso? Tenía un chofer Pinochet que era muy audaz y que logró hacer una vuelta como en una película de Hollywood para regresar y así salvar al tirano. Pero ¿cómo era posible en una semana aprender el arte de las armas?

– Primero que nada, la mayoría de los hermanos que participaron de esa operación sí teníamos alguna experiencia de combatir. Cada uno venía de la Jota y participó de la Unidad de Combate de la Jota que era más bien unidades milicianas que tenían experiencias en operaciones de sabotaje menor, sabotaje mayor, etcétera y habíamos utilizado armamento. Yo, en lo particular, no había nunca tirado con fusiles de guerra. Sí, habíamos utilizado armas de puño. Pero es como tu señala; la mayoría de los hermanos no teníamos experiencia militar previa. El jefe de la operación era un oficial profesional; el Comandante Ernesto”, José Joaquín Valenzuela Levi.


Comandante Ernesto”, José Joaquín Valenzuela Levi.


·        ¿Era egresado de Bulgaria?

– Si, de Bulgaria, justamente. También y dentro de ese grupo de combatientes había compañeros que habían tenido alguna preparación militar en Cuba. Cursos de combatiente. Eran cursos que duraban un año, más o menos y después regresaban al interior. De los 21 compañeros que tuvimos ahí, diez tenían sí experiencia en estos cursos de combatiente en Cuba. Había otro compañero, “Jorge” que fue el jefe del grupo de contención y el que detiene la caravana de la comitiva de Pinochet. El compañero Jorge sí tenía un curso de mayor preparación sin ser oficial y una mayor experiencia también de combate ya que estuvo peleando en Nicaragua en la lucha contra “La Contra”, en los batallones de Lucha Irregular. Estuvo allá por el año 84´. Pero la mayoría de nosotros no, no teníamos una mayor experiencia.

 

El libro, “Los fusileros”

– Hay un libro, “Los fusileros” (autor: Juan Cristóbal Peña), y relata cuando se produce la caída (detención) de los primeros cinco compañeros que cayeron y les preguntaron que si alguna vez habían tirado (disparado) y él (miliciano) decía que no, que la única vez que había tirado con un arma larga había sido en juegos de la feria, con un fusil de postón. Los detectives no podían creer eso. O sea, que hubiese sido capaz de hacer una operación de esa envergadura sin tener la experiencia.

Rodrigo en el medio arriba, el más
pequeño de los 21 combatientes


·        Hay una cita de Víctor Díaz en el libro “Los Fusileros” que es muy interesante y que quiero afirmar aquí y dice: “Nosotros somos combatientes del pueblo. Ellos son profesionales de la guerra”. Es interesante la parte de guerra de la acción de la emboscada; cinco muertos y 25 heridos de ellos, tenían ocho vehículos, dos motoristas de moto, y tenía por supuesto dos carros blindados que eran los dos Mercedes-Benz. ¿Para qué dos? Para no saber en qué carro andaba el tirano. Me parece que esa parece pregunta, ¿de dónde sale la formación militar capacidad suya si algunos venían, como tú, sin haber tirado más que en la feria con el fusilito. Porque muchísimos de ellos también se tiraron por el barranco cuarenta metros abajo y preferían quedar allá que está bajo el fuego de los milicianos del Frente Patriótico.

– Te voy a te voy a contar un poco gráfica que dice Víctor Díaz; cuando a mí me plantearon participar de esta operación, primero que nada, había una total compartimentación. Nosotros no teníamos una idea de qué tipo de operación era. No sabíamos nada de la operación. Yo me recuerdo que el jefe de mi unidad, pues nos dividimos en unidad, yo era parte de una unidad y el jefe de mi unidad me dice un día cualquiera, íbamos en el metro y así; “chico cómo está para morirte”. Yo le digo; “bien, bien”. Era un tema de convicción. Uno tenía la convicción de que, primero que nada, por ejemplo, caer preso era un accidente de abajo y también. Existía la posibilidad cierta de morir en una operación. Por tanto, más que la experiencia estaba la convicción de que nuestra lucha era una lucha necesaria. Ellos eran los soldados profesionales de la guerra, la tropa elite, muy seleccionada. Pero a nosotros nos existía un tema que ellos no tenían; la convicción de que nuestra lucha era justa. Yo creo que ese es el fundamento de la pregunta que tú me haces.

 

Tamara. . .
Ningún paso atrás

·        Si, además, cuando ya estaban en la casa que arrendaron, los comandantes Tamara y Ernesto ahí les plantearon la cosa, si estaban dispuestos de morir por la causa, y ninguno tomó un solo paso atrás. Todos se quedaron. Y cuando ya contaron que efectivamente iban a aniquilar al tirano, todo el mundo se quedó muy contento por hacer justamente esa misión histórica.

– Me dicen; “chico ¿cómo estás para morir”? Yo digo que estoy bien y unos días más tarde me convocan. Nosotros como combatientes teníamos la rutina de todas las semanas juntarnos y hacer preparación física. Nos preparamos mucho, y físicamente estábamos muy bien preparados para garantizar el éxito de las misiones que cumplimos. Entonces me convocaron a esa preparación y nos juntamos en el parqueo O´Higgins y ahí hacíamos gimnasia. Me convocaron un día de semana, que era inusual porque normalmente nosotros nos juntábamos el fin de semana para hacer educación física como unidad. Esa vez me convocaron un día martes, si mal no recuerdo tiene que haber sido el 6 de agosto. Yo llegué a entrar a los camarines. Llegó el jefe, y otro combatiente más. Cambiamos ropa para salir a trotar. De nuevo la misma pregunta; “cómo estáis (expresión chilena por estás) para morirte. “Bien, ya te dije que estoy bien”.

– Cuando salimos de los camarines y caminamos me dice que “hay una operación en la que tenemos un (1) por ciento de probabilidad de salir con vida y tú fuiste seleccionado”. El Negro me explicó también, Alejandro se llama y me dijo que íbamos a empezar la preparación física de ahí y adelante, porque el estar bien en condiciones física garantiza que ese 1 por ciento de posibilidades lo puede elevar al 5.

– Estuvimos nosotros durante ese ese día, que debería haber sido el 5 de agosto hasta el 29 de agosto, juntándonos todos los días a hacer preparación física. “Ramiro”, Mauricio Hernández era el profesor de física. Nos hacía salto de canguros y eso. . .

“Ramiro”, Mauricio Hernández, jefe del comando que emboscó a Pinochet. Condenado 1993 a doble cadena perpetua. Tres años más tarde protagonizó, junto con otros tres frentistas, una espectacular fuga al ser rescatados en la llamada Operación Vuelo de Justicia, por un helicóptero.


Suspendido la emboscada

– Habíamos pasado algunos cursitos menores aquí al interior en alguna escuela de formación militar. Ya estábamos familiarizados con el [fusil] M16. Yo lo conocía, pero nunca habíamos tirado, no que tiramos, lo conocíamos. Sabíamos armar y desarmar. Me acuerdo que en esta preparación, un fin de semana nos fuimos para el monte a ver si podíamos tirar con Law (lanza cohete estadounidense). Resulta que nos fuimos y cómo los medios técnicos eran escasos nos fuimos en un furgoncito que se nos echó a perder ahí arriba en el monte. El jefe tomó la determinación de no hacer la preparación. Porque la idea era meterme en el monte y poder practicar. Llevamos un M79 también para tirar y no pudimos hacerlo porque nos quedamos en pana. Bajamos (hacia Santiago) y yo recuerdo las `puteadas´ que echaba Ramiro porque no nos habíamos metido en el monte en cualquier lado.

– La verdad es que habíamos familiarizado con los medios que utilizamos, pero nunca lo habíamos tirado. No es lo mismo saber armarlo y desarmarlo como a tirar, pues, ya sentir el retroceso.

·        Cuenta ahora sobre la acción como, tal porque fue incluso suspendido una semana porque murió el expresidente Alejandro Alessandri. . .

– El 29 de agosto nos convocan. Y en ese tiempo las comunicaciones eran como; “tienes que estar en tal esquina, a tal hora, caminando de tal lado hasta tal lado y ahí te van a recoger”. Teníamos que llevar algo a una muda de ropa. Llegué a ese punto, nos recogieron y nos llevaron a una casa de seguridad. Fueron llegando otros (compañeros) a esa casa de seguridad que estaba allá en Santiago. Estuvimos dos noches y dos días ahí en esa casa. No tenía idea de lo que iba a hacer, cuál era lo que hacíamos, no teníamos idea. Entonces ya aprovechamos de hacer un poco de tiro nocturno con un palo de escoba con un palo al que le pusimos un clavo en la punta para que simulara el punto de mira y un cigarro encendido allá para para hacer tiro nocturno. Hicimos eso, un poco para matar el tiempo de ese acuartelamiento. En la noche a las 12 de la noche aparece la compañera Tamara junto con Cesar Bunster. Nos vienen a buscar y nos suben a un Jeep.

Enjuagar la boca con pisco

Es muy simpático eso porque nunca supimos donde estábamos, o porque la norma en ese tiempo era que tú, mientras menos conocieras era mejor, más seguro. Todos bajamos a esa casa con la cabeza gacha, sin saber dónde estábamos. Subimos a un Jeep grande, un Toyota de color azul. Tenía tres filas de asientos. César era chofer, Tamara (la Flaca) su copiloto y los demás atrás. Éramos seis, siete . . . De pronto salimos, sólo similar y como con la cabeza gacha y la Flaca se le da vuelta y nos pasó una botella de pisco y nos dijo que era para que nos enjugáramos la boca, porque si nos paraba algún control de carabineros, que sí tuviéramos olor a trago y trago y la chapa y la leyenda era que veníamos de una fiesta. De ahí enfilamos hacia la cordillera, hacia el oriente por la Comuna de Puente Alto. Después entramos a una localidad que se llama San Juan de Pirque. Llegamos al piloto de la obra, cruzando un puente que hay sobre un río. Cuando íbamos cruzando el puente la Flaca Tamara dijo; ¡“pongan atención, porque estamos en zona operativa”! Nosotros empezamos a mirar y vimos la carretera que es la Ruta 25. Empezamos a mirar y todos empezamos a especular. Así vamos en el jeep, hablando, mirando el terreno, hay un precipicio de cuarenta metros para abajo.

– Yo me crié en la zona del Cajón del Maipu, de hecho, nací ahí. Mi viejo trabajó hasta el golpe de estado ahí. Yo sabía de qué, en los meses de verano, un regimiento, que en ese entonces estaba el regimiento en el Puente Alto, subía un contingente de conscriptos hacia las termas de colina que está como a 10 kilómetros del límite con la Argentina. Ellos iban ahí, me imagino que hacer maniobra en la época. Yo dije vamos a emboscar un convoy de milicos, por ese conocimiento que tenía yo.

·        ¿No tenían conocimiento en esa época que en el Melocotón estaba la casa de verano del Dictador?

– ¡Si! sabíamos, pero nunca lo asociamos.

La junta militar el 9 de septiembre de 1983, celebrando los diez años de dictadura en Chile. FOTO: DICK EMANUELSSON.


·        ¿Era como intocable también para ustedes?

– ¡Claro, absolutamente! Después llegamos a la casa de acuartelamiento, una casa muy linda, una casa de gente adinerada, tenía cancha de tenis y piscina. No sé cuántas habitaciones . . . Cuando entramos ya había compañeros ahí en esa casa y la verdad es que, y yo te voy a hablar desde mi experiencia; yo me acuerdo que entramos a una a una habitación, unos compañeros que yo no conocía y otros que se conocían. En la pared de ese dormitorio estaban fusiles M16 y tarros de conserva de durazno que eran granadas de mano. . .


·        ¿Explosivos?

– Claro. Mi impresión cuando yo entré ahí a esa habitación, dije; ¡“esto va en serio, esto va en serio”!

– Nos saludábamos con los hermanos que estaban ahí y a los minutos después de eso llegaron los jefes de cada una de las unidades en que se había dividido todo este contingente de combatientes. En el caso mío llega Ramiro y dice; “Rodrigo, tú te vienes conmigo, Marcus vienes conmigo, Pedro vienes conmigo, Fabian vienes conmigo”. Nos lleva a una de las habitaciones. Había un pasillo largo con las habitaciones. Después salió Ramiro y volvió con cinco M16 y tres cohetes Law y las granadas de esas latas de conserva de duraznos. Era muy simpático porque aún no les sacaba la etiqueta y eran de color amarillo. Entonces nos entregan un M16 con tres cargadores o cuatro cargadores, no me recuerda. Ahí nos quedamos en esa habitación que tenía una sola cama. Vuelve Ramiro y nos hace formar.

Enfrentar a la fuerza de élite

– Nosotros siempre empezamos todas nuestras reuniones cuando nos reunimos, siempre somos muy marciales, una organización militar. Entonces nos formamos a la voz de mando de Ramiro, nos comunica cuál es la Operación, lo que se llama en el trabajo militar “el esclarecimiento de la misión”. Ahí nos dice que nuestra misión es que nosotros hemos sido convocados por la dirección del Frente Patriótico para ajusticiar al tirano y tengo decir que yo me cagué de susto. Porque el tirano que quien es que estudiaban al tirano era el mejor del Ejército de Chile.

– Íbamos a enfrentar a la fuerza de élite, con la fuerza profesional, la élite del Ejército de Chile y, por lo tanto, esas posibilidades de perder la vida eran bastante ciertas. Nos esclareció cual era la misión y luego nos fue señalando cuál era nuestra misión particular. Mi misión particular era proteger con fuego de fusilería a los a dos hermanos; a Ramiro y a otro hermano que tenía yo en mi costado izquierdo, y vamos a estar en cuidado en la ladera del cerro y yo tenía que proteger a ellos frente a la posible reacción del enemigo para que ellos pudieran apuntar sus lanzacohetes y eliminar finalmente los (dos) Mercedes del tirano. Esa era mi misión particular.



– Después de esa noche es como se relajó un poco el ambiente. Nos sirvieron comida, pero yo no comí nada.

·        Se dice que nadie tenía mucha hambre. . .

– Yo no comí nada, porque no . . .

·        La comandante Tamara dijo que ¡“tienen que comer mucho ahora para tener mucha fuerza en el combate”!

– Sí claro. Y nos hicieron una comida rica, comida muy rica, pollo asado con ensalada rusa, pero no había muchas ganas de comer. Porque sentía como que éramos como los pollos o animales rumbo al matadero. Fue la primera noche. Los que pudieron dormir, durmieron, los que no pudimos dormir, dormimos muy poco . . .

Dividos en cuatro unidades

– Al otro día empezamos a ensayar la Operación. El equipo se dividió cuatro unidades;

1) La unidad de Contención, que era la unidad que le cerraba el paso a la comitiva (de Pinochet).

2) Dos grupos de ASALTO, el grupo de asalto Número Uno,

3) Número Dos, yo era parte del grupo de asalto número dos y

4) Una Unidad de Retaguardia, que era la que le cerraba el paso a la comitiva, una que lo detenía y la otra que le cerraba el paso.

– Yo era parte del grupo de asalto número dos. Entonces cada una de estas unidades estábamos en distintas habitaciones de esta casa, de esta casa de aguardenamiento. Cada uno también representaba su misión porque cada una de estas unidades tenía una misión distinta cuando se desarrollara la operación.

– Para entender un poco mejor; con los cargadores de los fusiles, poniéndolos encima de la cama en la habitación, cómo iba a estar conformada la comitiva (de Pinochet). Normalmente venía una pareja de motoristas y cuando el tiempo estaba malo y cuando llovía, venía un furgón. Después detrás venía el primer auto de la escolta. Después venía un segundo auto. Después venía un Mercedes, después venía otro Mercedes y atrás venía otro auto y un furgón y un auto con un comando.

– Nosotros, por la composición de la comitiva, nosotros como grupo de asalto número dos, a nosotros nos correspondían por lo menos uno de los Mercedes y el vehículo del comando que venía atrás. Enseñamos durante todo ese día cómo iba a quedar más o menos viendo los autos.

– Yo recuerdo, que debe haber sido como las cinco de la tarde de ese día, y esto te lo voy a enseñar, porque fue un tema muy importante para nosotros, para cada uno de nosotros fue un tema muy importante.


4 de septiembre de 1983, pobladores en Valparaíso y Viña del Mar da su homenaje de la entonces tumba de Salvador Allende. FOTO: DICK EMANUELSSON.



Últimas palabras de Allende

– A las cinco de la tarde, estábamos nosotros ahí en la habitación y de pronto abre la puerta y la Támara nos dice; ¡“nos vamos”! Como que ¡YA! Nosotros cogimos los fusiles, cada uno y salimos. Y de pronto la Flaca dice que era simplemente un ensayo. Pero teníamos que salir hacia, era como una sala, era una casa muy grande. Y nos formamos todos, todas las unidades se formaron, y yo recuerdo que pusieron de fondo la música de las últimas palabras de Salvador Allende en un casete musicalizado por un grupo y las palabras: “Tengo fe en Chile en su futuro, superará. . .”. De pronto el comandante Ernesto dio un discurso y nos dijo, que nosotros estamos en ese minuto histórico, era como ese minuto histórico de Salvador Allende, defendiéndolo en alguna manera y fue una inyección de mística que yo, de pronto, tenía un nudo de la garganta y me di vuelta y miré a los demás compañeros y yo creo que estaban todos en ese mismo espíritu, por esa misma sensación. Luego de eso dijo un montón de cosas que en este minuto no recuerdo, ya pasaron 30 años. Pero ese momento fue como una inyección de mística de entender de que, si bien había muchas posibilidades de caer en ese combate, bien valía la pena que eso sucediera, porque era un poco el principio del fin de la dictadura. Nosotros íbamos a cooperar con un granito de arena para que eso así sucediera. Después de esto, ya como que todo fue más relajado en ese acuartelamiento.

– Desde que llegamos hicimos guardias. Era una casa de acuartelamiento, puede suceder cualquier cosa. Entonces tenemos que prestar guardia. Nos dividimos las guardias. Al otro día los compañeros de la última guardia, o de una de las guardias de las tres de la mañana, comentaron que, desde el lugar donde estaban ellos en su guardia, se veía la ruta y ellos vieron pasar balizas, una serie de balizas. Y esa fue la novedad de esa guardia, de que habían pasado una comitiva rumbo a, desde Cajón del Maipo hacia Santiago. A las 6 de la tarde del día domingo, esto debe haber sido como el domingo 30 de agosto, porque ese día era el día de la Operación, el 30 de agosto. Ese día sentíamos que no pasaba nada, porque estábamos todos en lo que se denomina alerta combativa completa. Pero no pasaba nada. Nos dimos cuenta que hubo una serie de reuniones entre los jefes que después nos comentan, que efectivamente el tirano no estaba en Melocotón. El día anterior, el día sábado había fallecido el ex presidente Jorge Alessandri Rodríguez. El tirano había bajado (a Santiago) para asistir a los funerales. La Operación se suspendió por una semana.



Evitar filtración del Plan

– El tema está en que había que mantener la unidad del grupo y había que también asegurar, y yo entendí después un tiempo que había que también asegurar que esta operación no se filtra. Ya todos nosotros sabíamos cuál era la Operación y, por tanto, había que asegurar que tampoco se filtraría.

– Por tanto, debíamos permanecer juntos. Por ahí al Negro, que era mi jefe de mi unidad, que yo te comentaba hace un rato que él se quedó en Suecia, el Negro había sido seminarista. Él sabía los rituales del seminario. A él se le ocurrió en esta reunión de jefe para ver cómo que hacemos para mantener. Porque en esta casa no nos podíamos quedar, porque en esa casa, que había sido arrendada, pero traía incluido un cuidador. No podíamos despertar sospechas, porque mucha gente ahí iba a generar sospechas.

– Al negro se lo ocurrió “hagamos como que somos un grupo de seminaristas, que estamos en un retiro espiritual”.

·        ¿La gente se reía?

César Bunster,
jefe logístico.
– ¡Claro, se cae de risa! Pero era una buena idea. Ramiro, Joaquín y Mauricio Arenas salieron y consiguieron una Hostería en un pueblo que se llama San Alfonso. El día de lunes salimos todos de la casa de acuartelamiento con la misión de ir a nuestras casas a buscar ropa, porque habíamos salido con una muda de ropa. Nos quedamos de juntarnos a la 7 de la tarde en el Parque O´Higgins que era donde estaba el paradero de los buses que iban hacia el Cajón del Maipo. Nos fuimos todos, cada uno para su casa. Yo fui a mi casa y no quise estar mucho tiempo en mi casa. Así que me fui, y me junté con el compañero David, que ahora está en Dinamarca. Él nunca pudo volver (a Chile) porque su nombre apareció en el expediente. Fuimos al cine para matar la tarde y después nos juntamos en el Parque O´Higgins. Ahí tomamos un bus, nos fuimos hasta esta Hostería y ahí nos estaban esperando. El dueño era muy divertido. Veníamos con hambre y entonces tenía la mesa puesta. Se sentía el olor rico de la cocina. ¡“Siéntanse a comer”! y pasó la comida el dueño de la hostería y nosotros con hambre, pero el Negro, así pegando un codazo así; “Hermanos, ¡vamos a orar”! Y nosotros nos mirábamos. Fue muy divertido esa semana, esa semana. Además, creo que fue muy beneficioso para nosotros. Nos sirvió como para afiatar como grupo.


Doce lanzacohetes

– Le pasamos muchas veces la misión (el ensayo). En algún momento decíamos que éramos los malos porque no le íbamos a dar ninguna chance. Nosotros pensábamos que ninguno de los cohetes iba a fallar, como fallaron. Había un cohete para cada auto, en total doce lanzacohetes. Por eso decíamos que éramos los malos, porque no le íbamos a dar ninguna chance de nada.

– Como decía, esa semana fue un juego de relajo y también de diversión. Porque yo era el más joven, yo era súper alegre. Yo andaba siempre con el chiste a flor del labio y todo el cuento. Además `garabatero´, entonces no se encajaba con ser seminarista, un aspirante de cura. . .

– Uno de los combatientes, que después estuvo preso y murió en un accidente de tránsito en Bélgica, Daniel se llamaba esa persona, era músico, tocaba su guitarra y a mí me gusta la música y me gusta particularmente Patricio Manns (compositor del himno del FPMR). Entonces Ramiro lo retaba mucho, porque decía que “un seminarista no podía estar cantando a Patricio Manns”.

– Fue una semana, estuvimos ahí desde el lunes 1 de septiembre hasta el 4 septiembre, viendo el 4 septiembre, que precisamente sería el día de Protesta Nacional. Y bajamos y recuerdo que nos llevó, no había un `micro´ (bus). El hijo del dueño de la hostería nos llevó en una camioneta. Íbamos todos apretados, y de pronto Ramiro dijo; ¿“quieren caminar”? SÍ, dijimos todo. Y nos dejó en un lugar que se llama La Vertiente, que estaba muy cerca la casa de acuartelamiento, que estaba muy cerca de donde fue el lugar de la Operación, que se llama la cuesta «Las Achupallas». Me acuerdo de haber visto la cara del hijo del dueño de la hostería, como; “¡aquí, está loco, caminar de aquí hasta Santiago!”

El 2 de julio de 1986 fueron quemados Rodrigo Rojas y Carmen Gloria Quintana. Rodrigo murió cuatro días después de que fuera echado de la gasolina que la patrulla del ejército le había tirado mientras Carmen Gloria sobrevivió, pero muy quemada.


– Nos bajamos y empezamos a caminar por la berma, y ahí nos pasaron recogiendo los compañeros y nos metíamos a los autos. Ahí estuvimos ese día viernes, 4 de septiembre, toda la noche, el día, no, 5 septiembre. El día sábado nos informaron de que la flaca Tamara no iba a participar de la operación. En el lugar de ella llegó un compañero que se llama Julio Guerra Olivares, que fue muerto en la matanza de “la Operación Albania” o “matanza de Corpus Christi”, en la Villa Olímpica. Él llegó a suplir el lugar de Tamara en el grupo Asalto Número 1. Él tenía mucha experiencia sin ser oficial. Había tenido un curso de combatiente y era uno de los primeros combatientes del Frente Patriótico y había sido parte del “Frente 0”, que fue el antecesor del Frente Patriótico. Julio Guerra era de Valparaíso. Yo me acuerdo que él nos hacía ponernos, los colchones de la cama, sacarnos de encima y salir, porque él decía que ese era el tiempo que se iban a demorar las escoltas, en abrir la de la puerta del auto.

“SIGLO XX” en camino. . .

– Todo ese día sábado, y el día domingo también, las de espera y como a las 6 de la tarde, no me acuerdo bien, . . . el teléfono,

·        Eran las 18:21 horas, la comitiva de Pinochet salió de la mansión suya.

– De hecho, nosotros teníamos todo. La guardia ya salió. A mí me tocaba llevar una bolsa con granadas cuando sonó el teléfono. Nosotros nos levantamos como un resorte. La Flaca, nos abrió la puerta y nos dijo, ¡“VAMOS”! Y salimos de la casa, y yo recuerdo que también estaban de fondo las últimas palabras de Salvador Allende. Salimos al auto. Éramos el chofer, su compañero, tres compañeros y yo iba en las rodillas de Ramiro, y me acuerdo que ahí. En ese minuto, yo creo que la adrenalina, la tensión, pero tenía la boca seca, muy seca. Ramiro me dijo, yo era el más pequeño y el más joven, era como me protegía, y Ramiro dice; ¿“cómo estás chico”? Yo digo “yo bien”. ¿“quieres chicle”? Y me dio una caja con chicles. Me los comía así, toda la boca, porque tenía la boca seca. La Flaca despidiendo, llorando, y salimos.

– Llegamos a un lugar, a un terraplén, para subir. En ese lugar donde nosotros nos instalamos, antiguamente corría una línea ferri, y mirador.

·        ¿Está el mirador ahí?

– Sí, pero nosotros estábamos en la ladera del cerro, y en ese lugar corría antiguamente una línea de ferrocarril, es ahí donde nosotros nos instalamos. Yo me acuerdo caminando con un bolso con granadas. Adelante va Marco con un bolso gigante, yo no sé cómo la gente no se da cuenta de lo que llevaba, porque era un día domingo, y ya estaba claro. Además, ya había gente, yo recuerdo haber visto en el mirador gente un par de autos.

·        En el libro de “Los Fusileros” relata que hay una mujer como testigo, después, en las diferentes investigaciones, que decía que había visto esos bolsos largos. Se dio cuenta ella que efectivamente eran fusiles y lanzacohetes y todo, y la sangre se congeló en mí, decía en ese testimonio. Y claro, era obvio las armas, pero ya no podían ocultarse.

– Yo recuerdo ir caminando y para subir a ese terraplén, hay una zanja, como esa (e indica más allá donde estamos sentados en el parque botánico de Valdivia). E imagínate como lo mismo que ese puentecito que hay ahí, para cruzar esa zanja, y ahí estaba el pastor de un templo evangélico y estaba esperando a sus feligreses, porque era domingo. Y yo recuerdo que pensé; ¡“no sabes lo que se les viene”!




Cada uno en su puesto de combate

– La semana anterior, la noche del sábado anterior, nosotros habíamos ido en la noche para conocer el terreno. Entonces ya sabíamos cuál era nuestra ubicación. Así que llegamos y me acuerdo que Marco, que llevaba los fusiles y los lanzacohetes, abrió el bolso y los fue dejando así uno tras otro en la ladera del cerro. Entonces cada uno sabía cuál era su fusil, porque lo teníamos marcado. Y ya, Ramiro dijo; “Rodrigo, a tu posición”. Yo fui, saqué mi fusil. Llevaba a los cuatro cargadores en una chaqueta con 20 tiros en cada uno, así como hablando de 80 tiros. Yo tomo mi posición. De pronto miro hacia al interior del Cajón de Maipu, es decir de donde tiene que venir la comitiva. Veo en un cruce, que si hay algo que se llama San Juan de Pirque, que veo que ahí hay, y eso no estaba en el plan, había un furgón de carabinero, como controlando el tráfico. Y digo; “Ramiro, ¡mira” !, Y yo siempre me recuerdo de lo que me dice Ramiro; “peor para ellos”.

¡“No sale el cohetazo”!

– Tomo posición y veo pasar la primera baliza. Se supone que el combate comienza con un “cohetazo”, pero no lo siento. Siento una ráfaga. Y ahí me asumo y me queda un Mercedes Benz a mi mano derecha y otro Mercedes a mi mano izquierda. Empecé a tirar y al ojo veo a Ramiro que despliega la lanza cohete, hay que armarlo. Es un tubo que se arma, lo carga. Y en ese minuto está en posición de combate y se lo pone al hombro y dispara. Y no sale, no sale el cohetazo, no sale.

– Yo seguía disparando y de pronto yo veo que Ramiro cierra nuevamente y lo despliega y sale el cohete, pero sin dirección. Pero ese cohete rompe el techo de un auto y pega en un poste que está en la calle. El techo del auto se abrió como una lata. Yo sentí ráfagas, tiros, explosiones. También veo a Marco que está a mi izquierda, que también hace lo mismo, a la misma operación que hizo Ramiro, despliegue a su tubo, apunta, tira, y no sale. Lo cierra nuevamente, lo despliega, apunta y tira y el cohete pega en la ventana del Mercedes sin explotar.

El auto y el casarodante que impedían el paso de la comitiva.

Los puestos de combate de los fusileros y la comitiva.



– No teníamos resistencia. De hecho, en una primera etapa no solo íbamos a estar tirando de la disposición detenida, pero no teníamos resistencia. Por tanto, nos paramos, yo estaba de pie, Ramiro, todos estaban de pie, disparando a los autos porque no teníamos resistencia.

El cobarde jefe de la escolta

– De pronto yo veía un tipo de traje oscuro, corriendo, que después supe que era el capitán MacLean, que era el jefe de los escoltas, y va corriendo así (y enseña con las manos y abrazos encima protegiendo la cabeza), como con las manos aquí y en una lluvia de bala el tipo se tira al barranco, y otros más también. Lo que sí recuerdo es que, de pronto yo me quedaba, pero muy lejos y no tenía mucha visión del último auto que era donde venía como cinco comandos atrás, pero ese auto era de los compañeros que se cerraban el paso al estar tirando. Yo siento una explosión, veo subir, saltar como un maletero y junto con ello una pierna de uno de los escoltas, con botas y pantalón de camuflaje. No teníamos resistencia. Yo escuchaba que alguien gritaba; ¡“ríndanse, conchas de su madre”! seguido de “ra-ta-ta-ta-ta-ta-ta-ta”. Yo no sabía quién era, no sabía si eran el enemigo o los compañeros que estaban haciendo eso.


El capitán MacLean, que era el jefe de los escoltas pero muy cobarde,
según los mismos militares.


– Esto pasó muy rápido. Yo vi cuando el Mercedes del tirano gira, golpea al otro Mercedes y da una vuelta. El chofer era un tipo muy hábil y se va. No sabíamos en ese minuto que ahí estaba el tirano. Pero yo sabía que los dos Mercedes estaban impactados. Sabíamos que nos había ido, porque nosotros teníamos visión de eso. Los compañeros más adelante no tenían idea de eso. Entonces sentimos tres pitazos que era la orden de la retirada y ahí, ya salí, la orden de Ramiro era que salga. Yo salgo y ahí ya pude tener una visión más panorámica de lo que había sucedido con la retaguardia. Recuerda que nosotros estábamos casi en el medio de la comitiva. No teníamos mucha visión, ni para la retaguardia, ni para la vanguardia. Porque además el terreno era como una curva.


Desde los autos de la comitiva repelieron el fuego guerrillero a principio pero quedaron atrapados y derrotados militarmente.


El Diablo subió a la Tierra

– Cuando yo voy saliendo ya tengo una visión más generalizada y veo, por ejemplo, tres autos quemados. Dentro de uno de los autos había una figura, una persona calcinada, heridos, varios heridos, se quejaban mucho. Nunca tuvimos dentro de la planificación de la operación bajar a rematar. Nada eso. Yo salí, ya ahí, cuando venía saliendo vi el pastor, con uno o con tres feligreses tiraba ahí en la zanja moviéndose (enseña Rodrigo como las personas se protegían sus cabezas con sus brazos y manos). Y como yo iba con la adrenalina yo me pregunto ¿“algo que se mueve”?, casi como de reojo (y enseña que apuntó) y el pastor me miró y hace una cara de espanto y llegué a donde estaban.

·        El libro relata que los feligreses ya se fueron corriendo al templo para rezar, pensando que el Diablo había subido a la Tierra. . .

– Después de eso, yo llegué donde estaban los vehículos, estaba un poco más allá de los vehículos con los cuales íbamos a salir. Ahí nos enteramos de que los compañeros que eran los choferes (nuestros), entre ellos estaba el “Chino” Díaz, ellos tenían la misión de neutralizar a los escoltas y a los motoristas. Pero se había arrancado uno de los motoristas, y el otro se había escondido en un restaurante que se llamaba Groucho. Ahí salimos en la retirada.

Uno de los autos de la comitiva. . .


“Se lleva la mano a la gorra y saludó”

– Nosotros pensábamos que íbamos a tener resistencia, porque un kilómetro más allá había un retén, porque se había arrancado uno de los motoristas y nos iban a dar plomo. Yo me acuerdo que íbamos en ese jeep, y yo iba, como era el más chico, con la misión de llenar los cargadores. Iba con una bolsa de tiros, llenando cargadores y pasándolos a los compañeros que estaban ahí más adelante, porque sabíamos que ahí íbamos a tener problemas.

– De pronto nos reíamos mucho, porque iba el “Chino” Díaz como chofer, y nosotros con baliza, como para simular que éramos parte de la escolta y con los fusiles afuera de la ventana.

·        Simulaban que venían con los heridos, ¿no?

– Claro. Pues, ululaba la sirena, y el chino diario me acuerdo que decía, le hago un “perrito”, ¡SI!, le gritamos nosotros. Y entonces se me olía, ¡WOO, WOO, WOO, WOO! sonaba la sirena.

– De pronto dice; “¡Ya ALERTA, ALERTA!” porque ya hemos llegado. Habían cerrado la barrera, porque había una barrera en ese tiempo. Hoy día esa calle es amplia, pero en ese tiempo era chiquita y era para dos vehículos. Y habían cerrado la barrera. Y de pronto vemos al `paco´ (policía/carabinero) del motorista, que se lleva la mano a la gorra y saludó (según el reglamento policial), y nos abre. Y nosotros pensamos: “¿!está loco, huevón!?” “¡SE CAGARON, SE CAGARON!”

Uno de los dos motoristas logró huir de la emboscada pero más delante, en la retirada de los guerrilleros del Frente, éste saludo con la mano en la gorra y levantó la barra cuando vinieron los milicianos.


– Porque yo creo que él también se cagó, porque él sabía perfectamente los vehículos que traía la comitiva, y nosotros no teníamos nada que ver con los vehículos de la comitiva.

·        Hay un testimonio que seguramente lo conoce también y es que había un restaurante ahí al lado de la carretera donde estaban cuatro generales cenando con familias, niños y todos a una distancia de 50 metros. Cuando venían, pero peor todavía, escuchando a los milicianos gritando la cita de Pablo Neruda; ¡“VIVA CHILE MIERDA”! se dieron cuenta que algo serio había pasado.

Y se ríe Rodrigo, recordando ese acontecimiento en la trayectoria hacia Santiago.

– Pasamos y en el sentido contrario subían un par de camiones con militares. Adelante nuestro un auto, que también era nuestro, de color beige con los compañeros del grupo de nosotros. Y de pronto yo miro que viene un auto que era de la seguridad avanzada de la comitiva. Pero primero pasa un vehículo de seguridad avanzada, que anda mirando a la carretera y su alrededor que no hay nada raro. Cuando escucharon las comunicaciones, ellos volvieron. Pero yo vi cuando como que los dos vehículos vienen así frontalmente y van a chocar, y entonces de pronto el vehículo gira y cae en la zanja.

No quería ser enterrado en ropa de mujer

– Después me contaba mi “brother” que iba en ese auto que le correspondió vestirse de mujer. Que él lo único que quería era que si caía (muerto) qué “por favor lo vistieran de hombre, porque él no quería, que si caía en el combate que lo vistieran de mujer.

– Después me contaba, que cuando iban así frente a frente, el `Mickey´, el `Tarzán´, el `Jorge´, que era el jefe de esa unidad, decía ¡“el que caga caga”! ¡Acelera! le grita a Víctor (Diaz) que era el chofer. Y ahí, los de CNI giran (a la zanja) y pasamos.

– Y yo recuerdo haber visto microbuses de pacos y subiendo. De pronto un paco que venía atrás, pero en una moto, como que le pareció extraño, nosotros nos pareció extraño. El tipo se dio vuelta así, como para seguirnos, pero lo pensó mejor y siguió.

– Llegamos a un lugar que se llama Avenida Florida, al paradero 24, San José Estrella, que hoy día está muy poblada, pero en ese tiempo no era tanto, era como más bien una zona rural. Y nos metimos una bomba de gasolina y El Chino saltó había unas zanjas, y saltamos. Yo me acuerdo que me pequé con la mira del fusil en la frente. Se pinchó una llanta y nosotros escuchábamos a los compañeros que venían de atrás gritando; “¡CAYÓ EL TIRANO-SOMOS LIBRES!”

En la noche, el dictador enseña a la prensa oficialista donde dieron al Mercedes Benz blindado con el lanzacohete y el fuego de los fusiles M16.


Entrando a Santiago, dejando las armas

– Llegamos a Vicuña Mackenna, y ahí nos paramos. Dejamos todos los fusiles, según el plan.

·        ¿Porqué, es que uno no entiende eso? Es muy complicado conseguir fusiles en mercado negro, los 38 M16. . .

– La verdad es que no me corresponde dar un juicio de eso, yo era combatiente. Pero esa era la orden, de dejar los fierros ahí. Cada uno se tenía que ir para su casa de seguridad. Dejamos las cosas ahí, y la Negra Fabiola me tomó de la mano y me dijo; “Rodrigo, vamos juntos, como si fuéramos pololos (novios). Y ahí nos fuimos de la mano con la Flaca y subimos una micro y arriba estaban todos los compañeros y al Chino Díaz, me rio mucho con el Chino Díaz porque el Chino se había hecho unos bigotes de postizo con cinta tape, con pelo, con tape. Era divertido porque él lo ponía en su cama, lo ponía en la pared. Cuando subimos la micro esa yo vi hacia atrás y el Chino Díaz con sus bigotes y con una biblia en la mano y un crucifijo gigante. De detrás de él venían varios compañeros. Con la negra avanzamos poco, un kilómetro y bajamos. Y me pregunta la Negra; “chico, ¿tienes sed?“Mucha”. Cruzamos frente a un restaurante y nos sentamos y pedimos una piscola (pisco con Coca Cola). Y yo me acuerdo que nos la tomamos en una sola.

El cargador en el bolsillo

– Fuimos, tomamos otra microbus hacia el centro y cuando íbamos llegando a la avenida meto la mano al bolsillo y tenía un cargador. Yo tenía unos pantalones que eran como de militar. Justo en la Avenida Mata con Vicuña Mackenna ya estaban controlando las micros. Entonces nosotros nos bajamos antes y pasamos caminando porque ya se subieron a las micros para controlarlas.

– Con la Negra y llegamos hasta la calle, cruzamos al frente a un negocio que tenía teléfono público y llamamos. Porque teníamos que llamar a un número reportando. Me acuerdo que la contraseña era “Ya nos vamos de la fiesta”. Después nos separamos en la estación del metro.

– Yo me fui a casa de un compañero, Mario, que era del partido. Llegué y ahí le extrañó que yo llegara. Ahí estaba hablando como a las 9 y media de la noche. Había ya toque de queda. Y llegué a su casa. Venía hediondo.



·        ¿De trago?

– ¡No, no! Hediondo de sudor, de adrenalina.

– ¡“Huevón!, ¿qué estás haciendo aquí? ¿No sabes que hicieron un atentado a Pinochet”?

– “No me huevie!”

– “Pero ¡pasa, pasa”!

– Y entre. Y me dijo, ¿tomemos unos pisquitos? No tenía mucha idea de lo que había pasado.

¿Porqué no voló el carro de Pinochet?

·        Una cosa que se ha discutido es ¿por qué no voló el carro de Pinochet? Porque la lanza cohete le tocó también a su carro. Alguna teoría habla de que la distancia mínima es de 10 yardas. O sea, un poquito más que nueve metros, para que haga el efecto el cohete que sale a un vehículo blindado. Otra versión que han dado a uno de tus compañeros combatientes es que esos cohetes quedaron en muchas manos, eso saben los militares. Los cohetes hay que guardarlo en forma seca. No tienen que ser expuestos por la humedad. E imagínate en un país tropical en Centroamérica o en Colombia, es complicadísimo mantenerlo fresquito y seco en la selva, porque puede fallar como falló varias veces como tú cuentas.

– Mira, respecto a esa teoría de las 10 yardas yo la descarto. Porque luego de esa operación el partido nos manda a una escuela de preparación militar como oficiales en Vietnam, a un curso de preparación de tropas especiales.





·        ¿De ahí fueron enviados también a Nicaragua?

– Si, después nos envían a Nicaragua. Los lanzacohetes eran rezagos de la guerra de Vietnam. Y por la solidaridad internacionalista y el internacionalismo proletario los lanzacohetes nos llegaron acá. Y nosotros probamos muchos cohetes y nunca fallaron. Y los disparamos en distancias menores y nunca fallaron. ¿Por qué? Porque los vietnamitas tenían condiciones para tener ese botín de guerra. Nosotros tiramos mucho con Law allá en Vietnam. Hay que decir también que el arma Law no es un buen lanzacohete. Porque no es americano. De diez cohetes, dos no salían. Es un defecto. Yo creo que más viene un mito. Nosotros tiramos a mucho menos distancia. Yo creo que las condiciones de almacenamiento que tuvieron esos cohetes mientras fueron hasta acá, a Chile, no fueron las mejores. Yo creo que eso influye en que no hayan dado el resultado que se esperaba.


La Contra, preparada, formada y financiada por EEUU.

Ronald Reagan, presidente anticomunista de EEUU y padrino de la Contra.


Los lanzacohetes soviéticos

– Ahora, no solo siempre hemos dicho que si hubiéramos tenido (la soviética) RPG-2 o RPG-7, no se nos hubiera ido al tirano. Había dentro del armamento que teníamos, nosotros teníamos un RPG-2, pero ese RPG-2 se lo entregamos a los compañeros que tenían como misión de contener a los escoltas, a los carabineros, que venían de escoltas. ¿Por qué? Porque ahora son unas condiciones del tiempo. En vez de venir los dos motoristas, venía un furgón. Les dejaron un lanzacohete RPG-2 a ellos por si es que ese día venía un furgón y ellos van a tener que tirar a ese furgón, neutralizarlo con un lanzacohete RPG-2. Es el único lanzacohete soviético que había dentro del armamento que utilizamos en esa operación.

– Yo creo que, si hubiéramos utilizado otro tipo de armamento, no se nos hubiese ido (Pinochet).

·        ¿Qué conclusión política sacaron de la operación? Porque yo me acuerdo, estuve en varias poblaciones cuatro meses después de la emboscada y se notaba en los murales, en los muros y la pared que decían “¡Viva el Frente Patriótico!”. Pero ¿cómo fue después? ¿Se asustaron los partidos socialistas, radical, la embajada estadounidense?

– Yo creo que la operación, desde el punto de vista militar fue una operación exitosa. Confirmó que el dictador no era intocable y que además el nivel de preparación combativa que tenía en el Frente Patriótico iba creciendo. Y esto generó que la fuerza, digamos más conservadora, pusiera atención y tratara de obligar a que el tirano hiciera una apertura y una salida democrática. Porque con el nivel de avance de la lucha popular iba en aumento. Y yo creo que, en esa operación, digamos, le demostró al imperialismo también que podría aquí en Chile haber una salida popular. Esa historia que no han venido contando ya está invisibilidad, que han hecho de las luchas populares, de la lucha militar, del pueblo que ha sido invisibilizada por los gobiernos postdictadura y que instalaron ese tema de que a la dictadura se le derrotó con un labio y un papel, es el punto que han querido instalar y para invisibilizar la lucha al pueblo. Pero yo creo que la “Operación Siglo XX” fue un cisma político, para el dictador.


·        Ahí fue confirmado también la consigna del Partido Comunista Colombiano, que “la Combinación de todas las formas de lucha de las masas”, son legítimas.

– ¿Sí, claro?



Salió de Chile a Vietnam y Nicaragua

·        Como mencionaste, te fuiste a Nicaragua para pelear durante un año con el Ejército Popular Sandinista contra la Contra, el ejército de mercenarios de los Estados Unidos. ¿Cómo fue esa experiencia?

– Nicaragua fue una combinación para muchos de nosotros de todo un trabajo de preparación combativa.

·        Hay que mencionarlo; tú lograste salir del país.

– Yo salí de Chile. en septiembre de los 86´ por orden del partido. Y nos mandaron a prepararnos militarmente a Vietnam. Y luego de esto nos enviaron esa misión internacionalista. Pero nosotros también la pedimos; volver a Chile, o ir a combatir a Nicaragua. Y en eso estaba como lo más álgido de la guerra.

– Fue una experiencia maravillosa para mí. Aportar con un granito de arena a mantener una revolución triunfante, para mí fue una experiencia valerosa. Me siento absolutamente orgulloso. Me siento orgulloso de haber formado parte de esa generación de chilenos, de hermanos latinoamericanos, que aportaron con nuestro granito de arena a esa revolución triunfante, que lamentablemente a los años siguientes cayó (1990). Pero fue una experiencia que era de toda lógica para nosotros. Era coger experiencia, que cogeríamos allá en Centroamérica, en Nicaragua, poder transmitirla en la lucha contra la dictadura. Porque nuestro objetivo siempre fue salir, prepararse militarmente, tener conocimiento más técnico del arte militar y poder volver a Chile y terminar con la dictadura. Y en Nicaragua fue la consecuencia lógica de esa preparación.

Nicaragua en el triunfo 1979 después de haber derrotado a la dictadura somocista.

. . . y el 19 de julio de 2019, después de haber aplastado el intento golpista 2018.


·        Claro, en Nicaragua 1990 se cayó el gobierno sandinista justamente porque 10 años de guerra el pueblo se había agotado. Menos mal que en 2007 regresaron los sandinistas al poder. Tuviste algunos problemas, porque muchos de los compañeros fueron dilatados por el mismo Juan Moreno Ávila (Sacha) bajo tortura. Varios quedaron presos, pero 49 compañeros se fugaron en un túnel cavado bajo el Río Mapocho en pleno centro de Santiago, entre ellos Víctor Diaz, “El Chino”.

– No, yo no tuve problema. En la investigación y en el expediente que se formó aparezco con mi nombre de guerra. Yo no tuve nunca ningún problema legal. Nunca fui detectado.

“Una lucha heroica”

·        Bueno, Rodrigo, agradezco muchísimo un testimonio vivo. Realmente muy interesante que también servirá para esta y las próximas generaciones que han nacido después, es importantísimo saber sobre el pasado. Para no cometer los mismos y errores que se han cometido, y también en lo de la lucha popular. Así que te agradezco muchísimo.

– Mi ánimo de conversar contigo es eso. Lo que te decía de antes, yo creo que nuestra lucha ha sido invisibilizada por los gobiernos post dictaduras, y acá hay una lucha heroica. Fue una lucha heroica durante 17 años de dictadura que merece ser contada, que la generación y las nuevas generaciones merecen conocer. Eso es lo que me motiva a comprobar. Y te agradezco también a ti, el que me da el chance de hacerlo.

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